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Actualizado: 18 de julio de 2025
Y, apenas dijo esto, cuando, levantándose en pie el gobernador, asió de la silla en que estaba sentado y dijo: ¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza!
Inclinándose sobre el emballenado hemisferio de su vientre, casi juntaba su cara con la del hombre sentado á sus pies. ¿Y cree usted prosiguió que un alma superior y mal comprendida, como la mía, podrá encontrar alguna vez el alma hermana que le complete?...
Ora en fin, al rumor de las fuentes y al canto de los pajarillos habitadores del jardin, se reposa con deleite, sentado en otomanas de mármol, bajo las cúpulas de lindos pabellones de estilos diferentes, construidos en el centro de aquellos retretes de verdura que parecen evocar las sombras de las sultanas y las tradiciones de la civilizacion morisca. El Alcázar es un delicioso monumento.
Antonia bajó al jardín. Allí encontró a Amaury sentado en el mismo banco en que había dado a Magdalena el último beso que fue la causa de su muerte y mordiendo desesperado el pañuelo como queriendo impedir que se escapasen de su pecho los sollozos que le ahogaban. Amaury dijo la joven tendiéndole la mano que él, emocionado, estrechó en silencio nos da usted mucha pena a mi tío y a mí.
Así hablaba el capitán D. Félix sentado en el pórtico de la iglesia antes de celebrarse la misa.
Gracias, máscara dijo la dama con sonrisa de complacencia, abriendo al mismo tiempo la cajita de Miguel y sacando de ella una almendra con sus dedos enguantados. ¡Qué envidia sentirán ahora los que me vean! ¿Por qué? Porque voy sentado a los pies de la reina de la hermosura, la estrella Sirio de los salones de Madrid. El joven exageraba.
Si hay un ángel que registre los dolores y los pecados de los hombres, tiene que saber cuán numerosos e intensos son los pesares que causan las ideas falsas, de que nadie es culpable. Marner se volvió a su casa. Durante un día entero permaneció sentado, solo, aturdido por la desesperación, sin sentir ningún deseo de ir a ver a Sara para tratar de hacerle creer en su inocencia.
Molestábale mucho una de las altas botas del uniforme, y sin esperar a Damián, quiso quitársela él mismo, en cuanto entró en la alcoba; no pudo, sin embargo, conseguirlo del todo y quedóse con ella a medio descalzar, sentado en una butaca, esperando al ayuda de cámara. Tardaba este, e impaciente Jacobo, abrió mientras tanto el oficio.
No le gustaba discutir y reía rara vez, pero su sonrisa estaba llena de una gracia afable que no carecía de grandeza. La alegría, convengo en ello, le hubiera sentado mal. Intentad representaros un don Quijote joven, vestido de frac. A primera vista no se distinguía más que por sus negros bigotes, puntiagudos, lustrosos.
En la puerta un presbítero, sentado ante una mesa, golpeaba con una moneda la bandeja de las ofrendas, y aquel choque metálico, acusador del interés, sonaba mal: los muros sagrados lo devolvían en apagados ecos, cual si rechazaran la voz de la codicia humana.
Palabra del Dia
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