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Actualizado: 28 de julio de 2025
Hace más de dos meses que no baja a la catedral ni le ven los canónigos. La última vez que una comisión de éstos fue a palacio, la servidumbre tembló.
Godfrey prosiguió: La cantera se ha secado bruscamente, supongo que a causa de un drenaje; y estaba allí... estaba allí desde hace diez y seis años; encajado sobre dos piedras... con su reloj y su sello, con mi látigo de caza de pomo de oro, que tiene mi nombre grabado. Lo tomó sin pedírmelo el día en que montó a Relámpago, para ir de caza, la última vez que lo vi.
En la definicion está la ecuacion que presenta despejada la incógnita; y en la resolucion de los problemas esta ecuacion es la última. Lo que nosotros podemos definir muy bien es lo puramente convencional; porque la naturaleza del ser convencional es aquella que nosotros mismos le damos por los motivos que bien nos parecen.
Por fin, la última casa queda detrás, y nos encontraríamos completamente solos si algunas obscuras embarcaciones, parecidas á grandes insectos, no bogaran por el río.
Gustábame recorrer sola los senderos del bosque y permanecía durante horas enteras junto a la cascada, recordando nuestra última entrevista y pensando en lo que haría si me le viese aparecer alegre y encantador, con aquella expresión en los ojos que me había agradado tanto en el Zarzal y que después no había vuelto a ver brillar para mí.
Pero tuvo el supremo valor de callar sus inquietudes, por no aminorar la alegría de su hijo, no queriendo ver ni una sola arruga en aquella frente radiante. Y para estar más seguro de no ser causa de una complicación á última hora, anunció á Mauricio que partía para el Havre. ¿Pero volverá usted mañana por la mañana? preguntó Mauricio con algún cuidado. Mañana por la tarde.
Por fin, el sábado 29 de abril del año 1600 se acabó de cerrar el crucero que tanto deseaban todos ver finalizado. «Fué el obispo á la iglesia, dice Bravo, y con el fervor que tenia no pudo contenerse, hasta subir á ver sentar la última piedra y registrar toda la obra.» Acto de entusiasmo que nos trae á la memoria aquel otro de que habia sido objeto la Aljama mahometana seis siglos y medio antes, cuando el califa An-nasír, sabedor de la terminacion de la soberbia zoma que habia mandado construir, acudió presuroso en alas de su deseo, y no contento con admirar la arquitectura del gallardo edificio, lo registró todo subiendo y bajando por dentro de él como para gozar mas palpablemente de su obra.
Más de una vez mientras las leía creyó alcanzar a ver que alguien se asomaba por la puerta de la sala y así era en efecto, pues cuando acababa de leer la última levantó de pronto la vista y vio en la puerta a Ramona. ¿Qué quiere, Ramona? le preguntó.
Habló a Luis con cierta timidez, velando su pensamiento, pesando bien las palabras para que sólo pudieran entenderlas ellos dos, dejando al matón en la ignorancia. Si él le buscaba, ya podía figurarse para qué era... Lo sabía todo. El recuerdo de lo ocurrido en la última noche de la vendimia en Marchamalo no habría desaparecido seguramente de su memoria.
En la última línea del horizonte, bajo la inmensidad azul, se destacaban las cumbres violáceas de la sierra, oíase a lo lejos acompasado y lento el campanilleo de una recua, y una bandada de golondrinas, piando alegremente, volaba en torno de los murallones de un castillo ruinoso que parecía perdido y olvidado en la extensa soledad del llano.
Palabra del Dia
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