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Actualizado: 6 de junio de 2025


La forma de la cabellera, sus dimensiones aparentes y reales, el aspecto y dimensiones de la cola, son sumamente variables. Se han visto cometas de dos y más colas. Forma de las órbitas cometarias.= Los cometas efectúan, lo mismo que los planetas, movimientos de rotación alrededor del Sol; pero sus órbitas son curvas mucho más prolongadas.

Empezó a manifestarse en ella una inquietud de mal agüero: movía la cabeza de un lado y de otro como si no hallase sitio donde colocarla, como si buscase ya la almohada donde había de reposar eternamente. Las manos vacilantes tomaban y soltaban las ropas del lecho incesantemente, mientras sus ojos también rodaban sin parada por las órbitas, clavándolos de vez en cuando en el techo de la estancia.

No se trata ahora de allá, sino de acá respondió el cura. Vuelta á cuchichear los tres. D. Primitivo parecía sumamente interesado en la conversación y movía los gigantescos brazos cual si sirviesen de volante á sus ojos carniceros, que rodaban por las órbitas con pavorosa velocidad.

Núcleos y cabellera, colas.= Además del Sol, los planetas y sus satélites, el sistema solar comprende un número bastante considerable de astros que se mueven alrededor del foco común; pero que se distinguen de los planetas, sea por la naturaleza de sus órbitas, sea en caracteres físicos particulares. Estos astros son los cometas.

El acta fue redactada por su oficial mayor, revisada por los encargados de los negocios de ambas familias, y transcrita, por último, en un elegante cuaderno de papel timbrado, en el que no faltaban más que las firmas. Llegado el día, M. L'Ambert, esclavo de sus deberes, trasladose en persona al hotel de Villemaurin, a pesar de una persistente coriza que amenazaba saltarle los ojos de sus órbitas.

El desgraciado chino, casi sofocado, pálido como un muerto y con los ojos fuera de las órbitas, agitaba desesperadamente el brazo que le quedaba libre, haciendo por agarrar la cabeza del reptil, que tenía la bifurcada lengua fuera de la boca.

Sin ser tan blanca como una flamenca, había encontrado, no dónde, reflejos nacarados. La salud subía hasta sus pupilas en suaves arreboles rosados; su boca pequeña, redonda, carnosa, parecía una gruesa cereza que los gorriones hubiesen abierto a picotazos. Sus ojos brillaban en sus órbitas obscuras como un fuego de sarmientos en el centro de la chimenea.

Estaba terrible, con el cabello revuelto, los ojos saliéndose de sus órbitas y el facón en la mano... Los chicos, las mujeres y hasta los hombres lanzaron un grito de terror y huyeron despavoridos... ¿Cuál no serían la cólera y la fuerza de un hombre que tenía su apetito?

Antes que la muchacha hablara, el señor de los tirantes volviose adentro y dijo: Hijo mío, aquí tienes a la Nela. Salió de la casa un joven, estatua del más excelso barro humano, grave, derecho, con la cabeza inmóvil y los ojos clavados y fijos en sus órbitas, como lentes expuestos en un muestrario.

La idea, ó mejor dicho, la teoría novísima, tal como estaba en la mente de D. Fadrique, era en compendio la siguiente: Entendía el filósofo de Villabermeja que había una ley providencial y eterna para la historia, tan indefectible como las leyes matemáticas, según las cuales giran en sus órbitas los astros.

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