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Actualizado: 1 de julio de 2025


No faltaban entre ellos, sin embargo, quienes creían que le estaba bien empleado a don Rosendo, por haber criado con tal mimo a su hija menor, y haberla consentido tomar aquellas ínfulas y aires de princesa. Los enemigos se bañaban en agua de rosas, y procuraban aumentar con mil trazas el escándalo.

O quizás, hecho a las burlas de Miquis, no quiso llevar adelante sus investigaciones. Subieron. «Esto es del género Luis XV dijo con ínfulas de cicerone instruido, enseñándoles la primera sala . La decoró el señor marqués viejo. Aquí todo es antiguo».

Apenas se deja atrás la famosa puerta de Alcalá y se dan algunos pasos por la calle de árboles que nos lleva a lo interior del Retiro, empieza a refrescar el rostro un vientecillo ligero y húmedo, y con ínfulas de marino.

El Magistral veía a sus pies el barrio linajudo compuesto de caserones con ínfulas de palacios; conventos grandes como pueblos; y tugurios, donde se amontonaba la plebe vetustense, demasiado pobre para poder habitar las barriadas nuevas allá abajo, en el Campo del sol, al Sudeste, donde la Fábrica Vieja levantaba sus augustas chimeneas, en rededor de las cuales un pueblo de obreros había surgido.

Ya era este un polluelo con ínfulas de hombre cuando Estupiñá le llevaba a los Toros, iniciándole en los misterios del arte, que se preciaba de entender como buen madrileño. Fuera del platicar, Estupiñá no tenía ningún vicio, ni se juntó jamás con personas ordinarias y de baja estofa.

En extremo gustaba él de ver a Juanita charlar en la fuente o subir la cuesta con el cantarillo en la cadera o con la ropa ya lavada sobre la gentil cabeza, más airosa y gallarda que una ninfa del verde bosque, y más majestuosa que la propia princesa Nausicaa, que también lavaba la ropa cuando, sin desconcharse ni echar las ínfulas por el suelo, solían hacerlo las princesas, allá en los siglos de oro.

Aquí el viejo patron de bote, con ínfulas de personaje, se daba sus aires en medio de la turba, apoyado en un remo ó canalete, y acariciando el ancho arete pendiente de su oreja derecha; miéntras que un marinero del vapor, como perteneciente á la aristocracia de los navegantes, le dispensaba su mirada de altiva protección a algún boga plebeyo, diciéndole al pasar: ! por aquí, Peiro?

De cuando en cuando, venía de visita al Pazo, y ¡había que verle lo pomposo y majetón, con su flor en el ojal, su sombrero ladeado y su chaquet, un chaquet paradisíaco, como decía el conde, no por qué! «Chico exclamaba el conde , me dejas patidifuso con tu elegancia y tus ínfulas.» Y, muerto de risa, le hacía recitar fragmentos de un drama que mi padre estaba escribiendo, titulado: El cerco de Orduña y señor de Oña.

Si supiera ella qué bonita boca se le ponía al comérselas, no intentara enmendar su graciosa incorrección. Pero Maximiliano se había erigido en maestro, con rigores de dómine e ínfulas de académico. No la dejaba vivir, y estaba en acecho de los solecismos para caer sobre ellos como el gato sobre el ratón. «No se dice diferiencia, sino diferencia.

No, señora.... Juanito me ha dicho que la yegua estaba desherrada.... ¿Por qué no te ha puesto uno de los caballos normandos? No .... Siempre encuentra alguna disculpa cuando la señora me manda salir en coche. Tal me parece.... Descuida, hija: ya arreglaré yo eso. ¡Bueno está el señor Juanito, con sus ínfulas de indispensable!

Palabra del Dia

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