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Actualizado: 29 de julio de 2025
Miguel, colocándose á sus espaldas, vió que tenía una manga casi suelta, dejando ver la blanca carne del brazo y la deliciosa oquedad de la axila con su fino musgo. Se arrepintió de su violencia, de sus maneras, que rompían al acariciar, como las de un marinero ebrio. Otra vez se apiadó Alicia de su confusión infantil. No vale la pena.
Caragòl predicó moral al hijo de Ferragut; una moral á su modo, interrumpida por frecuentes caricias al vaso. Estevet, hijo mío, respeta mucho á tu padre. Imítale como marino. Sé bueno y justiciero con los hombres que mandes... pero ¡huye de las mujeres! ¡Las mujeres!... No había tema mejor para su elocuencia de ebrio piadoso. El mundo le infundía lástima.
Al entrar Fernando en su camarote experimentó una gran sorpresa viendo el retrato de Teri... Luego se avergonzó de la inconsciencia en que vivía, semejante a la del ebrio que recuerda los propios asuntos cual si fuesen de otra persona.
Aparta, imbécil exclamé empujando suavemente aquel cuerpo sin alma que en uno de sus columpios se venía sobre mí. ¡Oiga, está ebrio! ¡Pobre muchacho! ¡Da lástima!
Los dos bultos eran Mesía y Quintanar, que ebrio de confidencias perseguía a su amigo íntimo con el relato de las aventuras de su juventud, allá en la Almunia de don Godino. Don Álvaro se dejó caer en el sofá, soñoliento y soñador; no oía a don Víctor, oía la voz del deseo ardiente, brutal, que gritaba: «¡hoy, hoy, ahora, aquí, aquí mismo!».
Pero Rafael estaba ebrio de pasión. Le trastornaba el contacto tibio de aquel cuerpo tantas veces deseado en su aislamiento; las emanaciones perfumadas de voluptuosidad con que impregnaba el interior del carruaje. Todo lo olvidaría por ella; familia, porvenir, posición. El sólo la necesitaba a ella para vivir y ser feliz. Huiré contigo; todos me son extraños cuando pienso en ti.
Y el pobre aperador casi rompió a llorar, herido por la injusticia de su novia. ¡Tratarle así!... ¡después de la prueba a que le había sometido el ebrio impudor de la Marquesita y que él callaba por respeto a María de la Luz!... Se excusaba hablando de su condición.
Lewis, que había bebido mucho en la mesa, recordando al hablar del juego la inutilidad de su vida, cayó de pronto en una tristeza densa, de ebrio melancólico y digno. Dos sobrinos míos murieron en la batalla naval de Jutlandia. Seis hijos de mi hermano han muerto en Francia en una sola tarde: pertenecían al mismo batallón. Todos jóvenes, animosos, deseando hacer algo.
Me placía dibujarla en la corteza de los árboles... Gertrudis lanza un profundo suspiro y cierra los ojos. Y sigue la lectura, con los sueños del joven molinero ebrio de amor, hasta este grito de alegría, que domina el canto de los pájaros, el murmullo del arroyo, el ruido de las ruedas. ¡La hermosa molinera es mía!
Pimentó, rodando por la pendiente de su cólera, sintió caer de un golpe sobre su cerebro todo el aguardiente bebido en dos días. Había perdido su serenidad de ebrio inquebrantable, y al levantarse, tambaleando, tuvo que hacer un esfuerzo para sostenerse sobre sus piernas.
Palabra del Dia
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