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Sólo Madrid es corte, se decía vanidosamente entonces, y a la corte quiso venir Velázquez ávido de estudiar las maravillas con que adornaban sus palacios, casas y conventos, Felipe IV, los grandes señores y las comunidades religiosas.

Mi carácter, que ávido busca estas emociones por todas partes, mi opinion respecto á los austríacos, la ancianidad respetable del veneciano que tenia delante de , su acento tierno y sentido, todo me penetró en el alma, todo me conmovió.

El pueblo español es talmente ávido de corridas de toros, que ni un hombre, ni una mujer, ni un niño habían quedado en la población; todos estaban en la plaza, los marinos mismos habían abandonado sus embarcaciones, y cuando llegaron apresuradamente, se encontraron todas las amarras cortadas y vieron a lo lejos faluchos y balandros que el mar se había llevado al retirarse.

Idem 10 de mayo 1636. «Viernes á 9 huvieron Sus Majestades Comedia nueva en el Retiro, y la representó Prado y su compañíaIdem 27 mayo 1636. «Todos estos dias a avido Comedia en Palacio, y se hacen grandísimas prevenciones para las fiestas que han de dar principio el domingoIdem 18 de octubre 1636. «Viernes 17 por la tarde huvo comedia en Palacio, á la que asistieron todos los embajadores

Y por una reacción generosa e inconsciente, se piensa en aquellos que viven en la eterna sombra, sin más poesía en el alma que la que allí se condensa en el sueño íntimo, sin esos momentos que serenan, sin esos cuadros que ensanchan la inteligencia, y al pasar fugitivos en su grandeza, ante el espíritu tendido y ávido, le comunican algo de su esencia.

Si al fin de la velada, ya rendido, busco el descanso, mi cerebro ardiente forja sueños de dicha sonriente, y siempre va tu nombre á ellos unido. Mas ¿cómo en él no pensaré despierto? ¿Cómo sin él soñar cuando dormito, ávido el pecho á la ilusion abierto? ¿Cómo no recordar su eco bendito, que hace santo mi loco desacierto, si aquí, en mi corazon, lo llevo escrito? ANDR

Si todos se levantasen á un tiempo, huirían despavoridos los que vienen á dilatar su existencia bajo la palmera y el olivo en la orilla roja del mar violeta. Pero la vida quiera vivir. Es una primavera interminable, y cubre todo cuanto toca con el musgo ávido del placer, con la enredadera veloz de la ilusión.

Hallábase de corregidor en la provincia de Tinta un tal Arriaga, hombre ávido é inhumano, que abusaba del poder para saciar su inextinguible sed de riquezas. Hecho odioso al pueblo á quien tiranizaba, fué esta la primer víctima que le fué inmolada.

Es con legítimo orgullo cómo un argentino puede hablar hoy de su país, porque no hay espectáculo que levante y consuele más el corazón de un hombre, que el de un pueblo laborioso, inteligente y ávido de desenvolvimiento, marchando con firmeza, al amparo del orden y de la libertad, en el camino de sus grandes destinos.

Felicitamos a los marqueses de Villamelón por haber introducido esta elegante novedad, que no tardará en ser imitada en las mesas y salones de la corte». Todas estas y otras majaderías por el estilo leía Currita con ávido deleite, mirando con desdén, desde la altura de su triunfo, a Metternich y a Pitt, a Cavour y a Bismarck.