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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Y cuando destruido y fatigoso el cuerpo vuelva hácia la madre tierra, ávido de reposo, ¿qué quedará de mí? ¿Tras de la tumba, no habrá ya nada más? ¡Oh! sí: tras ella está la eternidad, dulce consuelo, que al grito del dolor mis labios sella. ¡Oh muerte! ¡Cuánto tardas! Yo te anhelo, y te espero temblando de alegría. No más dolor, más quejas ni más duelo. ¿Quién como yo? ¡La eternidad es mia!
Aparece de ellos que Schack, ávido desde su adolescencia de saber, de distinguirse y de servir á su país, comprendió que para la consecución de tan grandes fines, era de todo punto indispensable emplear los medios conducentes á su logro.
Aquel libro buceaba en la conciencia humana ávido de espectáculos repugnantes, y al hallarlos se deleitaba en su análisis, como larva de corrupción que se revuelca entre la podre: mal disfrazado, con frases piadosas y tecnicismos médicos, cuanto en él había era perversión de lujuria.
y ante las tristes y sentimentales su alma soñadora se arrebuja en un manto rosado de ideales. Como un vencedor ávido de exterminio y de ensaño en mi frente ha plantado su bandera el hastío. En prados luminosos va a pacer el rebaño de ilusiones que han hecho en mi alma el vacío.
Descontento de mi obscuridad, ávido de nombradía, sólo pensaba en los medios de adquirirla. Y esta idea me hizo insensible a todos los placeres y dulzuras de la existencia. El presente no era nada para mí: sólo existía para el porvenir; y el porvenir ofrecíase a mis ojos bajo el aspecto más sombrío. »Contaba treinta años, próximamente, y todavía no era nada.
Ramiro acordose de las campanas de Avila, de las tardes de su niñez en la torre solariega y de su madre, siempre llorosa, siempre enlutada, siempre taciturna. Rezó las avemarías. Estaba redimido, estaba purificado, pero sentía su pecho ávido y triste, como un arroyo sin agua. Quiso entrar en la ermita para verter al pie del altar su congoja profunda. Levantose.
Dio un brinco y se plantó sobre la baranda del corredor; ascendió luego fácilmente por el grueso sarmiento de la parra que se enlazaba retorciéndose a las columnas de madera que sostenían el tejadillo, encaramose sobre éste y echando una mirada recelosa en torno y otra de ávido anhelo a la ventana del palomar, sacó la lengua y se relamió repetidas veces con repugnante ausencia de sentido moral.
Pero el ojo ávido no descubre una torre de forma arcaica, un monumento, una columna, algo que hable del pasado... Es que ese pueblo ha confundido en una las tres edades históricas; no busquemos el arte en esas costas, sino lo que en ellas, hay... Pero, lo repito, la bahía es realmente bella.
Las voces crecieron y se propagaron de modo atronador; y poco después, de un extremo al otro del Zocodover, el populacho rugía con salvaje fiereza, ávido de aquella hez de maldición y de espanto. Ramiro se empinó sobre el taburete.
Allí donde hubo lucha ó dualidad de religiones, hay mas tolerancia, mucho menos fanatismo, mas vivos instintos de libertad y fraternidad, y el clero ha sido ménos ávido de riquezas y poder.
Palabra del Dia
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