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En el período de que tratamos, y, según se presume, desde la mitad del siglo XVI, se restringió aún más su significación, limitándose exclusivamente á las que habían de representarse en las solemnidades religiosas, y comprendiendo, con leves excepciones, asuntos alegóricos menos extensos que las comedias . Conviene, sin embargo, no confundir ambas especies, cosa, por lo demás, fácil, por cuanto en las antiguas impresiones se titulan á veces autos á las comedias . Dividíanse los autos en: a.

El motivo fundamental de la acción es que un caballero español ha dado muerte á sus dos hijas, en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, para impedir que caigan en manos de los moros, que asedian á Madrid, y la resurrección milagrosa de ambas doncellas por la intervención de la misma Virgen de Atocha.

Volviéronse ambas a sus habitaciones; y dos horas después, cuando, el día empezaba a aclarar, Juana estaba todavía sentada a los pies de su lecho con las mejillas húmedas y la mirada fija en el espacio.

No tanto como usted cree respondió vivamente el cura. Si he comprendido bien continuó dirigiéndose a , querría usted saber cómo se distingue una solterona voluntaria de una forzosa, cuando ambas son de cierta edad... Eso es, señor cura, enteramente eso. Entonces replicó el cura sonriendo a medias, se tiene ya la murmuración del pueblo como base de información...

¿Sabes por qué te he conocido? No. Pues por esos pies menuditos que Dios te ha dado y que no tienen pareja. ¡Bah! dejó escapar la joven con indiferencia. María-Manuela, que deseaba vivamente la reconciliación de los amantes, oyéndoles hablar, dijo algunas palabras al oído á su amiga, y ambas se separaron bruscamente de Soledad, dejándola sola.

No confunda usted la debilidad de la senectud con la de la niñez: ambas son debilidad; las causas son, no obstante, diferentes; esa franqueza, esa aparente confusión y nivelamiento extraordinario, no es el de una sociedad que acaba, es el de una sociedad que empieza, porque yo llamo empezar... ¡Oh! , , entiendo. ¡C'est drôle! ¡C'est drôle! repetía mi francés.

Si fue por mira interesada o en acatamiento de aquel impulso de caritativa amistad, nadie lo sabrá nunca, pero lo cierto es que el tutor accedió al ruego, y pasados unos cuantos meses, ambas educandas salieron el mismo día del colegio, yendo Valeria a vivir a casa de Susana. La intimidad del hogar fomentó el cariño nacido en el convento.

Contentas ambas, aunque la de Thiers tenía los espíritus algo abatidos por no poder ir a baños, pasaban ratos deliciosos hablando de modas.

Los hermanos que paseaban las calles para recoger las limosnas eran de los de más ánimos y presencia, pues había que tener ambas cosas para andar de noche por la ciudad en invierno y verano, expuestos á más de un percance y á las varias asechanzas y lances que entonces á cada paso se ofrecían.

El gigante la dejó por unos momentos sentada al borde del arroyo, para meterse otra vez entre los árboles. Quiero llevarme un recuerdo de esta visita dijo á Flimnap. Y el profesor vió cómo cogía con ambas manos un árbol que le llegaba á la cintura, empezando á moverle á un lado y á otro, cual si pretendiese arrancarlo del suelo. Una nube de hojas envolvió al gigante.