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Actualizado: 21 de julio de 2025
Y volvió al boliche para sentarse entre sus amigos, en espera de la hora. Robledo y Watson acababan en aquel momento de cenar, y oyeron que alguien llamaba á la puerta de su vivienda.
El tío Frasquito tenía su habitación en el piso cuarto, y al llegar al segundo, notó con sobresalto que alguien le seguía por la escalera... Apretó el paso azorado, y mirando por el rabillo del ojo, descubrió al marqués de Sabadell que subía de dos en dos los escalones, para alcanzarle sin duda. ¡Santo Dios, y qué apuro tan grande!
Sería curioso que alguien estudiase historia en Alejandro Dumas, geología y cosmografía en Julio Verne, sociología en Zola, en Bourget psicología, y patología interna en otros varios novelistas.
Estando una vez preso por haber practicado un robo en la fábrica de baldosas "La Fe", y respondiendo a alguien que le preguntó si era cierto lo del almacén, dijo: ¿Cómo no?... ¡Si yo vi que los gringos se hacían los dormidos y me aproveché!
¡Qué hermoso! exclamó dando con el codo al millonario y mostrándole sus fundiciones. ¡Y pensar que de pequeño has correteado entre los chicos de Olaveaga! Debes estar satisfecho de tu obra. ¿Hay alguien más feliz que tú?... Sánchez Morueta miró un instante á su primo, con inquietud, como si temiera que se burlase. Después añadió con voz lenta: Sí, no estoy descontento de la suerte.
Alguien, queriendo mortificarla, la dijo, en su cuarto del teatro, que á Leontina, una belleza pomposa y rosada que gozaba entonces de gran popularidad, la llamaban «la Déjazet del boulevard du Temple». A lo que, picada Virginia, contestó: «No me extraña; el duque de Orleans tenía en sus caballerizas un jumento que llevaba su nombre.»
La triste figura que el pobre mozo hace siempre en mi presencia basta para dar a comprender a cualquiera que si tiene trazas de comprometer a alguien, es solamente a sí mismo. Estoy segura de que lucha con su pasión de un modo desesperado. »No me es molesto, aunque él lo está muchas veces, y hay momentos en que me mueve a lástima. »¡Pobre muchacho!
Hasta la noche parece haber enmudecido sobrecogida. Intenta la familia cerrar las hojas y no puede, como si tropezasen con un cuerpo invisible, con alguien que asoma y se detiene indeciso, antes de orientarse. Y después, el ser misterioso avanza por la sala. Nadie le ve, pero se adivinan sus pasos sobre el tapiz, presienten todos que algo pasa ante la lámpara verde.
En vista de ello, acepté, dándole las gracias, y observé que el joven, antes de retirarse, dirigió una última mirada al salón, y apoyándose un instante contra el palco inmediato, pareció buscar a alguien con la vista; luego, cayendo, súbitamente, en una profunda meditación, ya no pensó en marcharse.
La ira de Dios Los fenómenos naturales se miran por la ignorancia como manifestaciones de la ira divina, que no llegarían a producirse si alguien, en la humanidad, no la provocara por medio de su conducta.
Palabra del Dia
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