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Entre los diferentes vinos que se sirvieron era uno de ellos de una casa de Alemania, única en el mundo que lo tiene, cuya botella valia quinientos francos. ¡Sopla! exclamé yo, mirando á mi mujer. Pues si ha tenido algunos convites como ese, bien puede el tal Vefour tener el riñon, bien cubierto. Au revoir, garçon. Hasta la vista, mozo. Au revoir, monsieur et madame.

La persona á quien nos encontramos, el sujeto muy allegado al noble y bondadoso Lesperut, acaba de abusar de nuestra amistad y de nuestro cariño. Si el honrado viejo lo supiera, sufriria un disgusto de muerte; pero, de seguro, no lo sabrá. Mi atribulado y afligido bolsillo lleva otro asalto algo mayor que el de Vefour; algo mayor tambien que el otro asalto del inolvidable Champeaux.

Mira, la dije, nosotros somos españoles, y es necesario que no olvidemos los usos y costumbres de nuestra tierra. El gobierno nos ha recogido la obra; nos ha secuestrado seis mil duros. Pues á donde va el mar, que vayan las arenas. Hoy almorzarémos en el célebre restaurant Vefour, que pasa por ser el primero de Paris, y de este modo tomamos revancha de la cicatería del gobierno.

Nuestra estudiada coquetería es un género de este país, un afeite de este tocador; era otra especie de restaurant Vefour, en una palabra, era un relumbron, y por fuerza tenia que gustar en el pueblo de los relumbrones. Decididamente, exclamaria el mozo para su sayo: este es algun embajador de la república de la Plata, ó cosa así.

El almuerzo nos ha costado lo siguiente: doce sueldos las dos chuletas; diez la racion de vaca á la moda, y la otra racion al natural; doce la botella de vino, dos el pan, cuatro las habichuelas, y cuatro de propina: total, cuarenta y cuatro sueldos, ó sea ocho reales y pico. ¡Qué diferencia entre este figon negro y ruin, y el espléndido restaurant de Vefour!

Cuando más apurados, más gala, contestó mi mujer entre amostazada y risueña, y me impulsó con su brazo hácia adelante. A los tres minutos nos hallábamos á la puerta del famoso restaurant Vefour, que ocupa casi el centro de la fachada Norte del Palacio Real, al lado de los Hermanos Provenzales, que tienen tambien un restaurant de primera tijera.

Recogida del Cristianismo y el Progreso, Reflexiones. La mujer vestida de negro. Restaurant de Vefour. Mr. Guizot. Un ataque imprevisto. Banco de Francia. Mi querido lector, aquí nos tienes con el moco caido á mi mujer y á .

Sin embargo, Vefour pasa, como si dijéramos, por el príncipe de los fondistas de Paris. Es aquí lo que es en Madrid la fonda del Cisne ó la casa de Lhardy. Entramos.... ¡Dios nos asista! Si no hubiera sabido que me encontraba en una fonda, es seguro que me hubiera quitado el sombrero. La sala principal es una pieza régia, y podria servir perfectamente para salon de embajadores.

Sobre está Dios, Dios te aprisiona, como aprisiona las tempestades del Océano. Dios te ha puesto por barrera un espíritu, como ha puesto al Océano una playa. Salimos del Banco, y notamos que el restaurant Vefour no ha dejado nuestros estómagos muy satisfechos.