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Lo que no me impedirá llevar infiltrado en mi sangre y en mi corazón el veneno de la duda, que corromperá mi existencia y también la suya. ¿Quién puede jactarse de ahogar para siempre la sospecha, ese monstruo de cien cabezas siempre renacientes? ¿No he visto a todos los hombres a sus pies? ¿No me inspiró sospechas recientemente Gerardo Lautrec?

El velo de la abuela, aquel velo eterno, se enlutó más todavía bajo el peso de las penas sin cesar renacientes.

Lo que me parece que puede asegurarse es que mayor sacrificio que el que hemos hecho de dinero y de sangre hubiera tenido idéntico resultado o más desastroso, porque, sobre la pérdida de nuestras colonias, los yankees hubieran podido arruinar algunas de nuestras ciudades de la costa, y causar perjuicios gravísimos a nuestra industria y comercio renacientes, sin que toda la antigua valentía española, renacida y hasta aumentada, nos hubiese servido de mucho contra enormes barcos acorazados, contra diestros marinos y contra la certera puntería de colosales cañones.

Los primeros choques en Bélgica y en el Este, media docena de batallas, habían bastado para producir estas ruinas físicas, en las que aparecía la belleza varonil con los más horribles ultrajes... Estos organismos que se empeñaban tenazmente en subsistir, paseando bajo el sol sus renacientes energías, sólo representaban una exigua parte de la gran siega de la muerte.

Sólo por la disminución del gobierno espiritual de la Iglesia y del gobierno temporal de los príncipes, y en la medida en que se lograban al influjo de la filosofía y de las ciencias renacientes, por explosiones sucesivas de los doblemente oprimidos y explotados, ha venido acrecentándose la capacidad humana por la vida humana.

Las calamidades de la revolución, los peligros de la proscripción y de la guerra, las agitaciones siempre renacientes de una vida incierta y móvil, las pérdidas múltiples, vivas y dolorosas, todo esto, sin duda, ha podido imprimir a mi organización, a mi carácter, al movimiento de mis pensamientos, a la dirección de mis expresiones, yo no qué algo de singular, de inusitado, de raro, esa especie de exageración, en fin, de la cual censuras con tanta razón las desviaciones; pero, en realidad, yo no necesitaba más que entregarme a la naturaleza y a mismo, encontrarme libre de todas las impresiones extrañas que fatigaban mi corazón, volver al reposo delicioso de la soledad y al círculo de los deberes fáciles, para renovarme.