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Cuando el sacerdote alzó la sagrada hostia, entre Matildita y otra mujer incorporaron a la enferma, quien nos dirigió una mirada vaga. Al encontrarse sus ojos con los de Olóriz, pintose en ellos un espanto, una angustia, que por largo tiempo tuve impresa su expresión en mi cerebro. Aún hoy no puedo recordarla sin horror. Olóriz se demudó mucho más de lo que estaba.

Pintóse en el rostro del marqués la sorpresa, y casi al mismo tiempo la alegría inmensa, radiante, el júbilo orgulloso, la exaltación de una victoria. Y apretando contra a su mujer, con amorosa protección, exclamó a gritos: O no hay en tres leguas a la redonda una pollina mansa, o aunque la tenga el mismo Dios del cielo y no la quiera prestar, aquí vendrá para ti, a fe de Pedro Moscoso.

No apuesto nada: para esa hazaña y otras menores yo que eres capaz. Pintóse un furor rabioso en el rostro de Velázquez al escuchar estas palabras insolentes; alzó el bastón que llevaba en la mano y cruzó con él las espaldas de su querida, que estaba ya medio vuelta para irse. Y hubiera seguido golpeándola si los concurrentes no se hubieran apresurado á interponerse.

¡Ah! dijo hablando con él, esta es la primera vez que almorzamos bien, Mustafá. Pues así puedes almorzar, la dije, todos los días. Pintose una expresión de reserva en el semblante de Amparo.

Cambió de aspecto el lacayo al oír esta revelación; dejó su aspecto altanero y un si es no es insolente; pintóse en su semblante una expresión servicial y cambió de tono; lo que demostraba que el cocinero mayor tenía en palacio una gran influencia, que se le respetaba, y que este respeto se transmitía á las personas enlazadas con él por cualquier concepto.

Pintóse la consternación en todas las caritas, y mientras pálidos y constrictos se alineaban los reos a la izquierda, notóse en la multitud ese desasosiego que precede siempre en ellas a las resoluciones heroicas o desesperadas.

Un sordo murmullo de aplauso se oyó por todos los ámbitos de la escuela, pintose una expresión triunfal en la cara de Sangley, una grave sombra en la del maestro, y una cómica mirada de contrariedad irradió de las ventanas. Melisa hojeó rápidamente su astronomía y cerró el libro con estruendo.