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Se emplea pues con eficacia este medicamento: 1.º En ciertos casos de debilitacion grave, ya de la inervacion, ya de la nutricion, y mas particularmente en la parálisis de la lengua y en la debilidad senil. Un práctico aleman le ha considerado como la panacea de los viejos.

Ratier decia que el árnica obra sobre las vías digestivas y secundariamente sobre el cerebro, concluyendo con estas palabras: «Es inútil hablar de sus pretendidas cualidades vulnerarias, que le han valido el nombre de panacea lapsorumAun para los medicamentos mas útiles era indispensable llegar á confirmar sus propiedades por ensayos en el hombre sano, para que su uso en el enfermo se hiciese con reglas positivas, pues los datos tradicionales caen en el olvido.

El chino es la entidad jornalera más perfecta que se conoce en Filipinas, pero también es la panacea más acabada de la hediondez, la cual únicamente se puede contrarestar con las continuas y eficaces requisas de la autoridad que vigila sus domicilios, verdaderos tugurios en que se hacinan cientos de ellos.

Y cuenta que de algún tiempo acá, el señor Rosendo no fabricaba barquillos sino en casos de gran necesidad, porque el fuego le inyectaba la tez, le arrebataba y sofocaba todo. Pero allí estaba Chinto para dar vueltas a la noria, y ser panacea universal de los males domésticos y comodín servible y aplicable a cuanto se ofreciese.

Está bien; pero supongamos que ésta no se consigue y que en tal trance no acudimos a usted, que ha hallado la panacea universal, sino a alguno de sus colegas, menos prácticos que usted en la terapéutica, y que le espetamos esta pregunta concreta: «¿Podemos morirnos de amorEso no se pregunta a los médicos, sino a los enfermos repuso el doctor.

Yo estoy bregando con Maxi para que invente, para que salga por ahí con su poco de panacea. Pero nos hemos vuelto todos muy morales y muy rigoristas. Vean por qué esta nación no adelanta, y los extranjeros nos explotan llevándose todo el dinero. Esta última frase llevó la conversación al primitivo terreno, del cual se había desviado un poco con aquello de la panacea.

Aún nos ofrecen tus antiguos códices la fórmula inmortal de la Belleza, y tus filtros y alquimias prodigiosos del humano dolor la panacea. No morirás jamás en este suelo que ilumina tu luz. Quien lo pretenda ignora que el castillo de mi raza es de bloques que dieron tus canteras. Casa de España, Olimpo de las Artes, Templo del Porvenir, ¡bendita seas!

Era este juego un antídoto contra el «spleen». Era la mejor imagen de la vida. Era el astro propicio de los nacimientos, la piedra filosofal que buscaran en vano los alquimistas, la panacea de todos los males, y muchas y muchísimas otras cosas más, no menos buenas y brillantes...

Y todos estos errores representaban fortunas considerables: cada panacea salvadora daba lugar á la constitución de una sociedad industrial, vendiéndose los productos á grandes precios, como si el dolor fuese un privilegio de los ricos. ¡Cuán lejos de este bluff Pasteur y otros sabios de los pueblos inferiores, que libraban al mundo sus secretos sin prestarse á monopolios!

Al leer este capítulo sobre la manzanilla, los lectores no acostumbrados á los trabajos de Hahnemann y á estudios del género de los que nos ocupamos, se admirarán quizá de la importancia terapéutica tan auténticamente reconocida en esta pequeña planta, que se la puede denominar, con un célebre profesor de terapéutica de Viena, la panacea de los niños y de las personas nerviosas.