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El chino es la entidad jornalera más perfecta que se conoce en Filipinas, pero también es la panacea más acabada de la hediondez, la cual únicamente se puede contrarestar con las continuas y eficaces requisas de la autoridad que vigila sus domicilios, verdaderos tugurios en que se hacinan cientos de ellos.

Así como el árbol de quina medra en las regiones donde abundan las fiebres, y el guaco y el cedron donde hormiguean las serpientes venenosas, así mismo Colonia, la ciudad clásica de la mugre y la hediondez, es la ciudad clásica de las fábricas de agua fortificante y perfumada.

Si San-Gil ocupa el centro mismo de Lóndres y es principalmente el barrio de la indigencia, la inmundicia y la suprema desnudez, Bethnal-Green y Spitalfields son los asientos del vicio en todas sus formas y con toda la hediondez de la crápula infame, en tanto que White-Chapel, que recoge sus reclutas en las filas de la miseria, es la espantosa madriguera del crímen.

Avanzaron hacia la luz, y subiendo a la tarima, uno y otro hicieron una mueca involuntaria. Respirábase allí rara hediondez. Ramiro comprendió. Acababa de reconocer un olor inconfundible, un olor respirado, al llegar de Salamanca, en el cuarto de don Íñigo; y toda duda quedó desvanecida al advertir sobre el suelo las gotas de cera de los hachones. La tapicería representaba un asunto de amor.

24 Y será que en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y desgarrón en lugar de cinta; y calvicie en lugar de la compostura del cabello; y en lugar de faja ceñimiento de cilicio; y quemadura en vez de hermosura. 25 Tus varones caerán a cuchillo, y tu fuerza en la guerra. 26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.

Al entrar a la ciudad por la Puerta del Puente, uno de los guardas le dijo: Vuestra merced llega tarde. Ya se llevaron al agüelo. Don Íñigo había sido enterrado la víspera. Cuando el mancebo penetró en las cuadras que habitaba el anciano, pareciole, a los primeros pasos, que no podría seguir adelante, tal era la hediondez que flotaba en el confinado ambiente.

Mas no tardó mucho en venir sobre él la divina justicia que le esperaba en un desierto solo, sin que hubiese á quien volver los ojos; allí, pues, se le hinchó disformemente una rodilla y se le empezó á podrir, criando materia y gusanos y echando una hediondez intolerable, con que rabiando de dolor murió sin tener quien le diese aun la sepultura de las bestias, ya que había ido como una de ellas; y claramente conocieron todos que esto le había sucedido en pena á su obstinación, porque por más á prisa que fueron algunos neófitos á socorrerle, no llegaron á tiempo y sirvió su desgraciada muerte para que ninguno en adelante sacase el pie de la Reducción sin haber ajustado antes con Dios las partidas de su conciencia y pedido la bendición á la Santísima Virgen.

Esto parece lo hacen porque en ello encuentran alguna conveniencia, pues con un solo fogón guisan la comida, se calientan y alumbran, y aun juntan sus viandas y comen juntos; y como todo esto lo hacen dentro de la vivienda en que asisten, la tienen tan inmunda, negra, llena de humo y hediondez, que es repugnante entrar en ellas, y contribuye no poco a su desaseo y abatimiento.