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Por otra parte, don Andrés temblaba al pensar en el furor de doña Inés cuando descubriese que Juanita, con su hipocresía y sus embustes, la había estado engañando, y que en vez de meterse monja se casaba con don Paco, y daba por madrastra a ella, enlazada ya con la familia más noble de toda aquella comarca después de la familia del duque, a la hija ilegítima de una mondonguera.

Poco después llega la noticia de la muerte de su hermano Alfonso, que le abre el camino para llegar al trono legalmente, en caso de fallecer D. Enrique, puesto que las Cortes han declarado ilegítima á la infanta Doña Juana. El Rey convoca las Cortes para jurar por Reina á Isabel, y pide á ésta, movido de sus singulares caprichos, que no contraiga matrimonio mientras él viva.

Para la generalidad de los habitantes de Villalegre, Juanita no era más que la mozuela del cántaro, la hija ilegítima de Juana la Larga, la chica que había corrido y jugado con los pilletes en medio de las calles hasta la edad de nueve o diez años, y la que después había conservado una sospechosa e íntima amistad con Antoñuelo, el cual pasaba entre todos por un tunante de la peor especie.

Hay en nuestro interior fenómenos que nosotros no hemos querido, antes que apareciesen, ni despues; es verdad; luego hay en nuestro interior fenómenos en que el alma está puramente pasiva; lo niego. La consecuencia es ilegítima; lo único que se puede inferir es que hay en nuestra alma fenómenos para cuya aparicion ó conservacion no es necesario el concurso de nuestra voluntad.

Cuanto más desgraciada hayas sido, más delicias hallaré para colmar tu porvenir de una dicha sin vicisitudes. ¡Ilegítima! ¿es que el amor, la constancia, la gloria, los mismos deseos de tu abuelo, no te han legitimado ya?

Ya oigo la eterna cantinela del prejuicio que grita a mi oído: «Es la hija ilegítima de Santiago Evrard. ¡Gastón, ésa es tu amante, es la hija ilegítima de Santiago Evrard y ése es, Adela mía, el más precioso de tus títulos.

A don Fermín le quiero con el alma, a pesar de su amor, que acaso él no puede vencer como yo no puedo vencer la influencia de Mesía sobre mis sentidos; pero de no amar al Magistral de modo culpable estoy bien segura. , bien segura. Debo huir del Magistral, , pero más de don Álvaro. Su pasión es ilegítima también, aunque no repugnante y sacrílega como la del otro.... ¡Huiré de los dos!».

Cuando todos hubieron salido, usted se arrodilló para besar esa mano. ¡Y ahora qué fría está! ¡Usted le había jurado fidelidad eterna hasta la muerte! ¡Bésela, pues, caballero fiel! El conde, inmóvil, rígido y más frío que el cadáver que tenía enfrente, expió en un minuto tres años de dicha ilegítima. En esto trajeron al duque que también pagaba, y bien caro, una vida de egoísmo y de ingratitud.