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Lot y sus hijas, Dina y el príncipe de Siquén, los habitantes de Pentápolis, la señora de Putifar y los caballeritos dandíes y gomosos, que vivían en Bactra, en Ur o en Menfis, sabían cuanto hoy pueden saber en punto a voluptuosidades todas las ninfas de París y sus mantenedores y parroquianos.

23 Sus ganados, y su hacienda y todas sus bestias, serán nuestras; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. 25 Y sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, los dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad animosamente, y mataron a todo varón.

Sólo la de Dios es dina; Mas quien no guarda la humana, No obedece la divina. ¿Vos quien, como llegué á vello, Partís mi cetro entre dos, Pues nunca mi firma ó sello Se obedece, sin que vos Deis licencia para ello? ¿Vos, quien vive tan en Que su gusto es ley, y al vellas, No hay honor seguro aquí En casadas ni en doncellas? Esto ¡lo aprendéis de !

Muy apropiado á esta especie de argumentos es el tono de noble sencillez, que se observa en tales dramas. Comparado este drama con otros dos, que se titulan El robo de Dina y Su salida de Egipto, ocupa el lugar intermedio, formando los tres una especie de trilogía. Son de la misma especie, y como la continuación de ellos, David perseguido, La historia de Tobías y La hermosa Esther.

O nunca vista memorable hazaña, Dina de anciano y valeroso pecho, Que no solo á Numancia, mas á España Has adquerido gloria en este hecho! Con tu viva virtud, y heroica, estraña Queda muerto y perdido mi derecho: con esta caida levantaste Tu fama, y mis victorias derribaste.

Mis ojos deben arder entonces, como los suyos, con una llama funesta; como los de Amón cuando se fijaban en Tamar; como los del príncipe de Siquén cuando se fijaban en Dina. Al mirarnos así, hasta de Dios me olvido. La imagen de ella se levanta en el fondo de mi espíritu, vencedora de todo.

13 Y respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con engaño; y hablaron, por cuanto había mancillado a Dina su hermana. 15 Mas con esta condición os haremos placer; si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón; 16 entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo.

Se daba por cierto que la amaba mil veces más que había amado a las otras mujeres: que sentía por ella todo género de afecto; que con el espíritu puro la estimaba y quería como su padre David había estimado y querido a Jonatás, muerto en las alturas de Gelboé por los filisteos; y que de un modo tempestuoso la idolatraba como el príncipe de Siquen había idolatrado a Dina.

19 Y concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lea: Dios me ha dado buena dádiva; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón. 21 Y después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina. 22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y abrió su matriz. 23 Y concibió, y dio a luz un hijo; y dijo: Dios ha quitado mi vergüenza;

5 Y oyó Jacob que Siquem había mancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen. 6 Y salió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él.