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Muchas analogías se encuentran también, además, En esta vida todo es verdad y todo mentira, y La rueda de la fortuna, de Mescua; entre Los cabellos de Absalón y La venganza de Tamar, de Tirso; entre El monstruo de los jardines y el Aquiles, del mismo poeta; advirtiéndose que estas semejanzas no son de las espontáneas que pueden ocurrir á dos autores, al manejar el mismo asunto, sino que, como se demostrará después cumplidamente, cuando llegue la ocasión oportuna, constituyen la repetición especial y completa de elementos dramáticos anteriores en sus propias obras, y que no pueden explicarse de otra manera, sino suponiendo que Calderón las tuvo á la vista al escribirlas.
1 Aconteció después de esto, que teniendo Absalón hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David. 2 Y estaba Amnón angustiado hasta enfermar, por Tamar su hermana; porque por ser ella virgen, parecía a Amnón que sería cosa dificultosa hacerle algo.
Del enemigo el primer consejo, No hay peor sordo que el que no quiere oir, La mejor espigadera, Averígüelo Vargas, La elección por la virtud, Ventura te dé Dios, hijo, La prudencia en la mujer, La venganza de Tamar, La villana de la Sagra, El amor y la amistad, La fingida Arcadia, La huerta de Juan Fernández. Parte cuarta: Madrid, 1635.
Ya es tema, si amor ha sido; Que aunque Elvira no es Tamar, A ella le ha de pesar, Y a mí vengarme su olvido. Vanse, y salen SANCHO, PELAYO y JUANA. JUANA. Los dos seiás bien venidos. SANCHO. No sé cómo lo seremos; Pero bien sucederá, Juana, si lo quiere el cielo.
Lope de Vega, en la dedicatoria de su comedia Lo fingido verdadero á Gabriel Téllez, religioso de Nuestra Señora de la Merced (comedias de Lope de Vega, tomo XVI), celebra con grandes alabanzas las obras religiosas de este autor; pero, entre las conservadas hasta nosotros, hay sólo pocas de esta clase. Ya hemos indicado antes cuán difícil es señalar los caracteres exclusivos de este género literario. Algunas de las comedias de Tirso, aunque en el asunto que les sirve de fundamento lo parezcan, por provenir de la Biblia ó de la Historia Sagrada de la Iglesia Católica, no se diferencian, sin embargo, en lo demás considerablemente de los sugeridos por la historia profana. La elección por la virtud (cuyo asunto es la elevación al Solio pontificio de Sixto V de su estado de campesino), contiene, á la verdad, elementos muy profanos, juntamente con otros de una gracia inimitable, como, por ejemplo, la bellísima escena en que una doncella, disfrazada de pastor, y con el pretexto de cazar aves, se acerca á la torre en donde está prisionero su amante, y se comunica con él por medio de un canto de doble sentido, hasta que al fin consigue su libertad. La mujer que manda en casa representa con vigorosas pinceladas la historia de Jezabel, del libro primero de los Reyes. La venganza de Tamar, la de Amnón y Tamar, que hoy se sufriría con trabajo en el teatro. Pocos poetas dramáticos españoles se han elevado tanto en la poesía trágica como Tirso en este notabilísimo drama. Nada hay más patético que el carácter del anciano David, y el tierno amor que muestra ante la pasión culpable de sus mal aconsejados hijos. Amnón, el mayor de ellos, penetra una noche en los jardines cerrados del palacio, en los cuales, con arreglo á la usanza oriental, viven retiradas las mujeres. Oye los cantos de una voz seductora que lo atraen y encadenan, y entabla un diálogo con la que canta, á consecuencia del cual se enamora de ella ardientemente. La obscuridad y el velo que la cubre le impiden ver su rostro; pero acuerdan ambos que se dé á conocer vistiendo un traje de púrpura en una fiesta próxima, que ha de celebrarse después en palacio. Las escenas inmediatas describen esta fiesta. Amnón reconoce horrorizado que la dama del vestido de púrpura es Tamar, su hermana de padre. Cae en una melancolía profunda, é intenta primero dominar su pasión; pero no puede lograrlo, y la expresa ante su hermana en sus acciones y palabras. El rey David deplora amargamente la tristeza de su hijo, que casi raya en locura. Amnón pide á su padre la gracia de que Tamar sea la elegida para cuidarlo en su enfermedad, y así se le concede. Entonces ocurre la escena violenta, de que nos habla la Biblia, en una forma que rechazan nuestras ideas modernas; pero presentada, no obstante, con extraordinaria animación dramática. Después que Amnón ha satisfecho su deseo, por castigo del cielo se trueca su antiguo amor en el odio más implacable, y atormenta á la deshonrada Tamar y la maltrata sin cesar.
3 Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David; y era Jonadab hombre muy astuto. 4 Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas así enflaqueciendo? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano. 7 Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.
Desde la soberbia escena inicial, en la cual sobre la pompa del triunfo se ve asomar ya la próxima desdicha, como nube tempestuosa, corre la acción con fuerza irresistible siempre más sombría y enérgica en su progreso, hasta encontrar en el incesto de Annon con Tamar hecho suficiente para precipitarse con inaudita violencia en profundísimo abismo.
Mis ojos deben arder entonces, como los suyos, con una llama funesta; como los de Amón cuando se fijaban en Tamar; como los del príncipe de Siquén cuando se fijaban en Dina. Al mirarnos así, hasta de Dios me olvido. La imagen de ella se levanta en el fondo de mi espíritu, vencedora de todo.
22 Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno, bien que Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana. 24 Y vino Absalón al rey, y le dijo: He aquí, tu siervo tiene ahora esquiladores; yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo. 25 Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te hagamos costa.
L'amour medecin, á la verdad, no tiene de común con El amor médico, de Tirso, más que el título, puesto que la acción es muy diversa; pero las escenas tercera y cuarta del acto segundo del mismo drama, provienen de aquel poeta español, como cualquiera puede convencerse, comparándolas con el principio del acto segundo de La venganza de Tamar.