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En esta fortaleza se encerraba en otros tiempos la corta guarnición española para apuntar sus bombardas y culebrinas contra el pueblo napolitano cuando no quería pagar más gabelas é impuestos. Sus muros se habían levantado sobre las ruinas de otro castillo en el que Federico II guardaba sus tesoros, y cuya capilla había pintado Giotto.

Pero, en fin, el hombre que ahí duerme; el hombre enterrado en esa tumba que vamos á ver; ese hombre que queria trastornar el siglo XVIII y el siglo XIX; que los trastornó hasta cierto punto, como una tempestad trastorna la atmósfera; el cautivo de Santa Elena, que habló tantas veces por boca de esas culebrinas, habló tambien más de una vez por boca de la inteligencia; estos cañones anunciaron un pensamiento, y el pensamiento es un conquistador de tan alta estirpe, que hay que perdonarle muchas faltas.

Y asímismo se guarnecieron y abastecieron de muchas armas, lombardas, truenos, espingardas, culebrinas, serpentines y ballestas fuertes y comunes, así de palo como de acero, y otros muchos tiros de pólvora, con ánimo malévolo é intencion depravada, para desde allí tirar y ofender con sugestion diabólica á los alcázares del rey por tomarlos y ocuparlos, y por tirar contra los vecinos y moradores de Córdoba, turbándolos y damnificándolos y el pacífico sosiego en que estaban, levantándolos contra el D. Alfonso, para entregar la ciudad á sus adversarios.

Y como sobre este punto no estuviese de acuerdo Teletusa, la ninfa gaditana no quería callarse y asentir con su silencio, sino que tomaba la palabra y decía de esta manera: No he de negar yo lo muy ingeniosas que son las invenciones de nuestra edad: el empleo de la pólvora, en arcabuces, bombardas, culebrinas y falconetes; la brújula y la imprenta; los instrumentos del famoso estrellero y geómetra portugués Pedro Núñez, y el hallazgo y la observación de nuevos astros en el cielo, y en la tierra de nuevos continentes, islas y mares.

La piratería y el contrabando formaban el pasado histórico de todos los pueblos que visitaba Ulises, amontonados unos al abrigo de un promontorio coronado por un faro, abiertos otros en la concavidad de una bahía moteada de islotes con cinturas de espuma. Las viejas iglesias tenían almenas en sus muros y troneras junto á las puertas, para el disparo de culebrinas y trabucos.

Si me veis caer con el estandarte, levantad a éste antes que a Los turcos huían ante el ímpetu de este escuadrón de hierro. Un Febrer, «el rico», el de la isla, abuelo remoto de Jaime, se había interpuesto por dos veces entre el Emperador y los enemigos, salvando su existencia. A la salida de un desfiladero, el fuego de las culebrinas turcas diezmó a los jinetes.