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Morsamor se echó a los pies de Narada para mostrar su gratitud besándolos. Narada le alzó, le abrazó y se despidió de él, designando el momento en que volvería para llevarle donde Urbási estaba. En una quinta, a corta distancia de la ciudad, secretamente estaba todo dispuesto para la boda que había de ser clandestina, sin festín para los convidados, sin baile y sin música.

Decíase que en su recinto la Santa Junta de los Comuneros había celebrado su primera reunión clandestina; y por mucho tiempo corrió entre el vulgo la leyenda de que los espectros de los ajusticiados, se congregaban allí dentro, en las noches de luna. Por eso tal vez, nadie quiso habitar aquella casa durante un cuarto de siglo.

Esta pava clandestina es la pava por excelencia, especialmente en el invierno. Todo duerme en la ciudad de Boabdil, menos la campana de la Vela y las sonoras fuentes de los patios. El alumbrado público se apagó á las doce. Por la calle sólo pasan otros novios que van ó vuelven. Pegado á una reja que casi linda con el suelo hay un fantasma con capa y hongo.

Es verdad que supe después a quien se dirigían sus obsequios y con quién sostenía una correspondencia clandestina... ¡Era Elena!... Decididamente, la mujer ha nacido perversa y engaña desde la cuna por una necesidad de su naturaleza. ¡Qué bien inspirado está el que se conserva a distancia del peligro femenino!

La presencia de monseñor Galli, de Rimini, su entrevista clandestina con Dolly, fue, como hemos sabido después por propia confesión de ella, para ver de cerciorarse de algunos datos concernientes a los últimos actos y movimientos de su padre, pues se había sabido que pocos meses antes había vendido en París, a un comerciante en el ramo, el histórico crucifijo de piedras preciosas usado por Clemente VIII, que fue depositado en el tesoro del Vaticano después de su muerte, el año 1665.

Los únicos cómplices de aquella educación clandestina eran cinco o seis viejos domésticos encanecidos bajo la librea, gentes de otra época y de otro país. Hubieseis dicho que se trataba de los restos del ejército de Gonzalo de Córdoba o bien de náufragos de la Armada Invencible. A la sombra de aquella extraña familia, el niño crecía tristemente.

De tanto en tanto, fosos más pequeños cruzan el camino, ocultando en sus sucias profundidades feos arroyos que se deslizan hacia una confluencia clandestina con el gran torrente amarillento que corre más abajo, y acá y acullá vense las ruinas de una cabaña con la piedra del hogar mirando a los cielos y conservando sólo intacta la chimenea.