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El calesero, que era muy pillo, hizo gestos significativos para indicar que lord Gray había abusado del Montilla; pero a me constaba que no lo había probado aquel día. Quiero nadar dijo lacónicamente lord Gray, haciendo ademán de desnudarse.

Y al decir esto, salió una mujer y dos o tres mozos de cuadra; y llegáronse a oír cuatro o seis vecinos y catorce o quince curiosos transeúntes; y como el calesero hablaba en majo y respondía en desvergonzado, y fumaba y escupía por el colmillo, e insultaba a la gente decente, el auditorio daba la razón al calesero, y le aplaudía y soltaba la carcajada, y le animaba a seguir: en fin, sólo una retirada a tiempo pudo salvarnos de alguna cosa peor, por la cual se preparaba a hacernos pasar el concurso que allí se había reunido.

¡Aquí verá usted le dije otra amabilidad y otra finura! La puerta estaba abierta y naturalmente nos entrábamos; pero no habíamos andado cuatro pasos, cuando una especie de portero vino a nosotros, gritándonos: ¡Eh, hombre! ¿a dónde va usted? ¡fuera! Este es pariente del calesero dije yo para . Salimos fuera, y sin embargo, esperamos el turno. Vamos, adentro.

Gray prometió al calesero refrescarle en casa de Poenco, y al oír esto ¡parecía mentira!, el lamparín avivó el paso. Pronto llegaremos dijo el inglés . No por qué el hombre no ha inventado algo para correr tanto como el viento. En Cádiz le aguarda a usted una muchacha bonita. No una, muchas tal vez. Una sola. Las demás no valen nada, señor de Araceli... Su alma es grande como el mar.

Y al punto forcejeamos con él el calesero y yo, pues aunque sabíamos que era gran nadador, en aquel sitio y hora no habría vivido diez minutos dentro del agua. Al fin le convencimos de su locura, haciéndole volver a la calesa. Contenta se pondría, milord, la señora de sus pensamientos si le viera a usted con inclinaciones a matarse desde que suena un trueno.

Lord Gray rompió a reír jovialmente, y cambiando de aspecto y tono, dijo: Calesero, apresura el paso, que deseo llegar pronto a Cádiz. El lamparín no quiere andar. ¿Qué lamparín? El caballo. Le han salido callos en la jerraúra. <i>¡Ay !</i> Este caballo es muy respetoso. ¿Por qué? Muy respetoso con los amigos. Cuando se ve con Pelaítas, se hacen cortesías y se preguntan cómo ha ido de viaje.