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¿Qué es eso del bomerang? Es un proyectil que no falla nunca cuando es un australiano el que lo maneja. Consiste en una estaca ligeramente curvada, que se lanza a brazo y que va volteando por el aire. Los australianos la manejan con singular destreza y no dejan de atinar nunca a bastantes pasos de distancia.

Advertidos de que los seguían, se detuvieron, preparándose a un nuevo asalto, pero con gran prudencia, pues ignoraban la fuerza de sus enemigos. De cuando en cuando, algún bomerang sonaba en el aire y volvía a las manos del que lo había arrojado; pero la obscuridad protegía a los cuatro holandeses, los cuales apresuraban su retirada para no ser descubiertos.

, y hubiera podido rompernos la cabeza a cualquiera de nosotros. Me parece que ha vuelto atrás después de tocar al suelo. Ha vuelto a la mano del hombre que lo lanzó. ¿El bomerang? , Cornelio. El bomerang, que es sencillamente un palo de unos tres pies de largo, algo redondo en uno de sus extremos, es un arma sorprendente; pero que sólo los australianos saben manejar.

Los dos heroicos jóvenes seguían resistiendo, para dar tiempo a su tío y al piloto de llegar a la costa. Peleaban como soldados veteranos, cargando y descargando sus fusiles sin cesar un punto. Cuando se vieron dentro del alcance del bomerang fueron retrocediendo paso a paso hasta ponerse a unos seiscientos de la costa, donde se apostaron tras de unas peñas.

Poco después, a pocos pasos de ellos, oyeron un ligero golpe, como si un cuerpo duro hubiera tocado contra el suelo. Después volvieron a oír un ruido semejante; pero esta vez alejándose. Es un bomerang dijo Van-Stael . Esos tunos se han dado cuenta de que los seguimos. ¿Es uno de esos palos ligeramente curvados, de que me hablaste? preguntó Cornelio.

Poneos fuera del alcance de los bomerang. ¿Está lejos la bahía? Estamos ya muy cerca; pero empieza a clarear. Las estrellas brillan ya muy poco dijo Hans. ¡Un último esfuerzo, Van-Horn! Soy de hierro, Capitán. ¡Helos ahí! exclamó Cornelio . ¡A , Hans!

Aunque no soplaba la menor ráfaga de aire, aquella flor oscilaba como si alguien la moviera o acabara de moverla. Es verdad, tío le dijo, armando rápidamente el fusil . Algún salvaje ha pasado por allí. Es muy probable que nos espíen, Cornelio. Iré a registrar los mulghe. ¿Estás loco, sobrino mío? ¿Quieres que te claven una azagaya en el pecho o que te aplasten el cráneo con el bomerang?

Lo lanzan hacia adelante, y después de dar en el punto a que lo dirigen, vuelve a sus manos, describiendo en el aire una curva parecida a una parábola. Si tiene ese hecho su razón en la forma especial del bomerang, o en la manera de arrojarlo, o en ambas cosas a la vez, no se sabe a ciencia cierta. ¿Estará muy lejos el salvaje que lo ha lanzado? A cincuenta o sesenta pasos. ¿Distingues algo?