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Más lejos, en la misma orilla, vese una gran manada de bueyes, paciendo libremente como los caballos. De vez en cuando distingo por encima de unas matas de tamariscos la arista de sus dorsos encorvados, y sus cuernecitos que se yerguen en forma de media luna.

En este caso, el ojo ve los dos planos en uno mismo; por manera que la arista se le ofrece como una recta que divide dos partes de un mismo plano, las cuales solo se diferencian en el color.

Señalar un arco ojivo como orígen de la arquitectura de los siglos medios, prescindiendo de su estructura, del corte de sus dovelas, de su modo de ejercer la presion, de las bóvedas por arista en que realmente se engendra, de los nervios y demas caractéres esenciales del arte ojival, es como desenterrar al pié del monte OEta una flecha y pretender que sea reliquia de la famosa batalla de las Termópilas.

Rodriguín le vio sorprendido por los sicarios al salir de su celda. Espantado el jesuita ante el horrendo aspecto de la multitud, permaneció un instante perplejo o inmóvil sin acertar a huir, ni a defenderse, ni siquiera a traducir su terror en palabras. La plebe aprovechó aquel momento. Fue devorado en un soplo como seca arista en el fuego. Rodriguín bajó la escalera. Su temor le daba alas.

Sea un ojo fijo mirando hácia un punto A, donde está colocado un paralelepípedo recto y rectángulo B, de manera que se oculten enteramente las dos bases, y que la recta que va del centro del ojo á la arista, divida el ángulo diedro en dos partes iguales. Supondremos tambien cada una de las caras del paralelepípedo de diferente color, siendo respectivamente, blanca, negra, verde y encarnada.

A la belleza de las cimas y rebordes de todas clases, corresponde la de los huecos, arrugas, valles ó desfiladeros. Entre la cumbre de nuestra montaña y la punta más cercana, la cuesta baja mucho y deja un paso bastante cómodo entre las opuestas vertientes. En esta depresión de la arista empieza el primer surco del valle serpentino abierto entre ambos montes.

Después, mientras el padre y los pequeños jugaban a la lotería, encerrose ella en el Camón, y allí, sentada, cruzados los brazos, la barba sobre el pecho, se entregó a las meditaciones que querían devorar su entendimiento como la llama devora la arista seca.

No acierto a explicarme cómo aquella señora hallaba placer en vilipendiar a un anciano que, además, ostentaba la respetable investidura de magistrado. Esta era la arista dura e insensible de su carácter. No debe omitirse, a guisa de exculpación, que el don Hermenegildo se lo debía todo a los Somavias, y había hecho su carrera en fuerza de vilezas.

El Salón, que es una nave rectangular, está dividido por su longitud en cuatro espacios de tres metros: tiene cuatro pilastras por lado que limitan los espacios, y en cada uno de ellos hay un cuadro apaisado con molduras de relieve, y encima de la puerta de entrada por la parte interior hay otro cuadro igual a los anteriores: sobre dichas pilastras descansa el cornisamento y se elevan unos esbeltos arcos apuntados y decorados con molduras, y el todo está cubierto por bóveda de arista, formando el conjunto de este salón, una bella nave que pertenece al orden gótico-bizantino.

Tal es el contraste entre las partes diversas que constituyen el gran edificio, que se puede conocer desde lejos á qué formación pertenecen. Desde una cima aislada que domina extenso espacio, se distingue fácilmente la arista ó la cúpula de granito, la pirámide de pizarra, ó la pared de roca calcárea. La roca granítica se revela mejor en las cercanías inmediatas del pico principal la montaña.