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Ansí que, de cualquiera manera que responda, saldré del conflito y trabajo en que me dejares, gozando el bien que me trujeres, por cuerdo, o no sintiendo el mal que me aportares, por loco. Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado el yelmo de Mambrino?; que ya vi que le alzaste del suelo cuando aquel desagradecido le quiso hacer pedazos.

Mi corazón infantil palpitó y desde el corredor emparrado de mi casa os grité: Nolo, ¿vais á zurrar á los de Lorío? ¡Llévame contigo! Yo te vi sonreir, intrépido guerrero de Villoria. Alzaste la mano y me enviaste un gracioso saludo. En vez de cruzar la barca, subieron un poco río arriba y lo salvaron por un vado descalzándose previamente.

15 Y les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la piedra; y les dijiste que entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano que se la habías de dar. 16 Mas ellos y nuestros padres hicieron soberbiamente, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos,

7 Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado. 8 Cada día me afrentan mis enemigos; los que se enfurecen contra , se han conjurado contra . 9 Por lo cual como la ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lloro, 10 a causa de tu enojo y de tu ira; porque me alzaste, y me arrojaste. 11 Mis días son como la sombra que se va; y me he secado como la hierba.

Te alzaste entonces y le venciste: no mas tiranos, dijiste, no mas abatimiento; pero fue inútil tu cólera; vano, enteramente vano, tu generoso ardor contra tus rudos opresores. No pudiste ni aun muerto el-Khassem gozar de la vista de ese Yahhyay á quien amabas. Precipitáronse los sucesos de una manera espantosa, y en menos de dos años tuviste que obedecer á la voz de cuatro reyes.

Terrible, terrible fue su suerte: ¡ay! ¡y no hubo quien la vengara! , Córdoba, te anonadaste y no hiciste mas que verter un llanto inútil. ¿Cómo no te alzaste y heriste la frente del malvado? ¿cómo no hallaste en medio de tu furor armas con que reducir á polvo á los impíos que abrieron con mano airada tu palpitante seno?

Y esta tarde, como te vi hacer tantas cosas, y que te llaman el perro sabio, y, también, como alzaste la cabeza a mirarme cuando te llamé en el corral, he creído que eres hijo de la Montiela, a quien con grandísimo gusto doy noticia de tus sucesos.