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Actualizado: 27 de junio de 2025
Don Quijote estaba, como se ha dicho, hablando con la señora del coche, diciéndole: -La vuestra fermosura, señora mía, puede facer de su persona lo que más le viniere en talante, porque ya la soberbia de vuestros robadores yace por el suelo, derribada por este mi fuerte brazo; y, porque no penéis por saber el nombre de vuestro libertador, sabed que yo me llamo don Quijote de la Mancha, caballero andante y aventurero, y cautivo de la sin par y hermosa doña Dulcinea del Toboso; y, en pago del beneficio que de mí habéis recebido, no quiero otra cosa sino que volváis al Toboso, y que de mi parte os presentéis ante esta señora y le digáis lo que por vuestra libertad he fecho.
Los sentimientos más opuestos brotan en su pecho, sin ofrecer las gradaciones que entre nosotros, y junto al hielo más endurecido yace el fuego más violento. Con tanta facilidad pasa el español del amor más ardiente al odio más intenso, como si hubiese bebido en la fuente de la fábula de Ariosto.
El orador continúa y termina al fin, deseando, como el elocuente ayudante de marina, que Sarrió despierte a la vida del progreso, que salga del letargo en que yace, y que de algún modo se manifieste en su recinto la lucha de las ideas, fecunda siempre, y luzca en su horizonte el sol radiante de la civilización.
Los vestidos están rotos, en su preciosa cabecita tiene varias heridas, y en su voz y ademanes demuestra el más grande arrepentimiento. No ha querido subir, y yace exánime y sin fuerzas en la escalera. Que entre dijo la de Leiva . La infeliz empieza a expiar su culpa. María, pasó la ocasión del rigor y ha llegado el momento de la benevolencia.
El imperio se ve en el mayor peligro; el pueblo comprende que sólo su gran Reina podrá salvarlo, y se precipita en el aposento, en donde yace escondida, pero en su lugar, y con admiración de todos, se presenta Ninias, á quien se creía muerto.
Lo más cuerdo habría sido dedicar talento é imaginación á los asuntos del día, y buscar resueltamente el verdadero é indestructible valor que yace oculto en los pequeños y enojosos incidentes y en los caracteres comunes que me eran familiares. La falta fué mía.
Yace en brazos de trémula esperanza «Paventosse speme.» PETRARCA Dedicado á Lamennais Las «Palabras de un Creyente» de Lamennais, ha sido el libro de cabecera de una generacion, que ha contribuido á darle su temple moral.
Fundó la de S. Ildefonso el obispo D. Fernando Nuñez de Cabrera, que tres años despues falleció y fué enterrado en ella, cubriendo su humilde sepultura una pequeña lápida de mármol blanco que dice así: Aquí yace el muy reverendo Sr. D. Fernando de Cabrera, obispo de Córdoba, que Dios haya.
En la cárcel, y agobiado por sus pasiones, se ostenta en toda su plenitud el carácter del Príncipe, y mientras que, ya arrastrado por la ira, ya por el dolor ó el arrepentimiento, yace en su lecho, se le aparece una figura, que es su propio retrato, pero con rostro cadavérico, con una corona hecha pedazos en las manos y profetizándole su próximo fin.
Palabra del Dia
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