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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Me vuelvo furioso hacia mi cochero, y le hago comprender a fuerza de gestos que se ha equivocado, que la Embajada no está allí. Ya, ya responde el hombrecillo sin inmutarse, y volvemos a Munich.

La próxima vez, si volvemos á vernos, será en el Japón, en el Canadá, en el Cabo... Siga su rumbo, enamoradizo tiburón, y déjeme seguir el mío. Figúrese que somos dos barcos que se encuentran en una calma, se hacen señales, cambian saludos, se desean buena suerte, y después cada uno se aleja por su lado, tal vez para no volver á verse nunca. Ferragut movió la cabeza negativamente.

Luego volvemos a tomar nuestra labor y alguna lectura amena que yo escojo siempre, procurando que sea tan agradable como instructiva; algunas veces recitamos de memoria algunos párrafos de la historia o de la gramática.

»¿Qué cuándo volvemos a Vetusta? No lo . Fermín, no lo . »Que yo estoy mucho mejor. Es verdad. Pero quien manda, manda. Benítez es enérgico, habla poco pero bien; ha prometido curarme si se le obedece, abandonarme si se le engaña o se desprecian sus mandatos. Estoy decidida a obedecer. Usted me lo ha dicho siempre: lo primero es que tengamos salud. »¿Que hay tibieza tal vez?

En el primer caso se supone negada la verdad del principio; en el segundo no se le da por verdadero ni por falso; pero es evidente que la indiferencia no basta; porque desde el momento en que el principio de contradiccion no esté fuera de toda duda, volvemos á caer en las tinieblas, debemos dudar de todo.

Si por lujo se entiende lo que yo entiendo, yo le quiero y le requiero. Y si ahora no le pido es porque sería pedir cotufas en el golfo, y porque con esta picara guerra de Cuba no está la Magdalena para tafetanes. Pero supongamos, y Dios nos oiga, que ya se acabó la guerra de Cuba y que volvemos á tener prosperidad y bienandanza.

Volvemos á repetir, que pocas veces entre las indias de la provincia de Tayabas, se ven ejemplos de que contraríen la voluntad de sus mayores, y cuando esto sucede, el rencor se lleva á un terreno casi incomprensible. Conocimos una joven, que habiendo apelado al amparo de las leyes, y habiéndose decretado su depósito, escribió á sus padres una carta pidiéndoles perdón.

A cada momento volvemos atrás la mirada para ver la hermosa luz del día: como en un cuadro, el paisaje sonriente y vaporoso aparece entre las sombrías paredes, festoneadas en la entrada de hiedra y de viña virgen.

Miguel comprendía bien cuándo convenía soltarla. ¡Eres un loco incorregible!... ¡Eres más chiquillo aún que tu hermana! Vamos, cállese V., señora, o volvemos a dar otros seis galopes. No, no, me marcho, porque eres muy capaz de hacerlo decía riendo. Estas sonrisas tenían para nuestros jóvenes el incalculable valor que tiene para los habitantes de Londres un rayo de sol en medio del invierno.

Sin el trato y el conocimiento íntimo del carácter, volvemos á repetir, es completamente imposible definir, máxime cuando corre de boca en boca tanta y tanta vulgaridad, escribiéndose en la generalidad de los casos en el mismo tono en que se habla. No ha muchos días, hojeando una de las últimas entregas de la Revista Europea nos fijamos en un artículo, en cuyo epígrafe se leía: Una llaga social.

Palabra del Dia

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