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Actualizado: 14 de mayo de 2025
El talento de nuestra amiga Felipa no es cloruro potásico, sino ácido fosfórico. ¿Volvemos a las andadas? exclamó irritada. El hombre de ciencia debe rectificar con nobleza todos los errores. Tú no eres hombre de ciencia, sino de tejidos de algodón y de hilo y géneros de punto.
El elemento español, volvemos á repetirlo, porque mucho importa, es lo primero en que debe fijar el Gobierno todo su cuidado. La ignorancia por una parte, antiguos hábitos por otra y confusas ideas que no concluyen de conocer las cabezas en que bullen el daño que hacen, es lo que, salvo honrosísimas excepciones, constantemente están llegando á las ricas y fértiles comarcas del Oriente.
No sé si, como aseguran cuerdos jueces, volvemos en América al romanticismo de Espronceda, si otra vez repetiremos el «románticos somos» de Rubén Darío, del Rubén envejecido y suspirando por la juventud que se acabó.
Valgan en prueba de esto los Viajes de Guliver de Jonatán Swift. Los leemos cuando niños y nos divierten como cuento amenísimo, lleno de pasmosas aventuras. Y si los volvemos á leer en la edad madura, notamos en ellos amarga sátira, negra melancolía y desconsolador pesimismo. ¿Qué es lo que fundamentalmente había en el alma y en la intención de Swift? No quiero entrar en tales honduras.
Pues si mi criado te confiesas, mándote que te entres, que lugar hay en este calabozo andante, y que me expliques... Con mil amores, don Francisco; pero esperad, voy á dar á mis bravos muchachos la orden de que nos volvamos á Madrid. ¿Conque á Madrid nos volvemos? De orden superior. Como quien dice, de orden de su majestad el dinero. ¿Pues á quien otro obedezco yo?
De modo que á la hora en que le volvemos á encontrar, no cuenta un solo deseo que no haya visto satisfecho; es decir, se ha bebido, vaso á vaso, más de media cántara de agua de limón «fría como la nieve»; ha comido, de seis en seis, más de un ciento de merengues; ha convidado á cuantos paisanos y conocidos hallaba al paso; ha comprado una sinfonía en una tienda de alemanes, y ha oído una misa mayor en la Catedral.
Ahora, pues, dicen los indios á los Padres, si así hemos obedecido á nuestro soberano, como él mismo lo declara, y ha sugetado el rebelión del Paraguay con 12.000 hombres armados ya despojando por dos veces á los portugueses de la colonia del Sacramento; ya estando la tercera vez en el cerco de ella con 6.000 hombres por espacio de cuatro meses, la que también hubiéramos ganado si no lo embarazaran los españoles y ya últimamente renunciando al Rey nuestro señor más de un millón de pesos fuertes que se habían de gastar en estas expediciones en que nos hemos mantenido á nuestra costa y la de nuestro sudor y trabajo; volvemos á preguntar, Padres, ¿estos son delitos para que nos castigue nuestro Rey con perpetuo destierro de nuestros pueblos y casas y universal despojo de todos nuestros bienes raíces y muebles?
Son ajenas de este lugar las cuestiones filosóficas sobre la no interrupcion de la conciencia, esto es, si hay algun tiempo en que el alma no piense, y en que no tenga conciencia de sí propia: muchos filósofos creen que hay en efecto esta interrupcion, para lo cual se apoyan en la experiencia del sueño y de los accidentes de que volvemos sin ningun recuerdo; pero Leibnitz opina que el pensamiento nunca se extingue del todo, que nunca hay una falta absoluta de conciencia, que nuestro pensamiento es una luz que despide á veces muy poco resplandor, pero que nunca se apaga del todo.
Y esto no debiera ser así, porque, al fin, yo soy un Esteven, mal que les pese, y ellos, los Vargas, en vez de simpatía debieran tenerme odio, y sucede todo lo contrario: el odio está aquí. ¡Ajo!... Bueno, ¿volvemos a lo mismo?
Pero si ya te he dicho... argüía sofocado Juan Pablo. Déjame que acabe... No es eso... ¡qué cuña! Volvemos a lo mismo. ¿No me conozco yo en mí, uno, consciente, responsable? ¡Otra te pego! Pero ven acá... Aguarda. Si yo me reconozco íntimamente en la sustancia de mi yo...
Palabra del Dia
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