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¿Comprende usted ahora, pregunté al ingeniero, la importancia de la pintura de Horacio Vernet? ¿Comprende usted ahora la importancia, el carácter profundo y el profundo sentido histórico de ese gran pintor? señor, ahora lo comprendo. A renglon seguido me preguntó cuándo nos veriamos; le ofrecí visitarle; se despidió con un hidalgo y fervoroso apreton de manos, y mi mujer y yo quedamos solos.

Llegando á la primera Ranchería de los Cucarates halló en ella algunos Zamucos, que habían venido á visitarle; hablóles el Padre con toda la eficacia de su espíritu, que era grande, por medio de un intérprete, haciéndoles un rico presente de cuchillos, cuñas ó destrales y otros instrumentos para cultivar la tierra.

De todo ello no resultó, sin embargo, más que una carta en que aquél, con bastante respeto, invitaba a su suegro a que le manifestase el estado de su hacienda, a fin de dar comienzo a las primeras operaciones del inventario. Salabert no contestó a esta carta. Se escribió otra. Tampoco. Dejaron de visitarle.

La preferencia de sus hermanos por el sencillo, altivo y rudo Cristián, influyó seguramente en miss Maud, pues desde que, una semana antes, llegó el Magic, fué á visitarle dos veces é invitó á Cristián y Marenval á comer en casa de su padre.

No dudéis que el Corazón de Jesús da más gustos y consuelos a las almas que van a visitarle con devoción y recogimiento que el mundo con todos sus pasatiempos y placeres insulsos. ¡Qué delicia es estar hablando un instante con el amabilísimo Jesús, pronto siempre a escuchar nuestros ruegos! ¡Descubrirle uno su pecho como se hace con un amigo íntimo! ¡Pedirle su gracia, su amor y su gloria! ¡Oh amados míos, gustate et videte, gustate et videte

Miguel estaba en Constantinopla, y queriendo Roger visitarle y darle razon de lo que pensaba hacer aquel año, no le dió lugar, porque se tenía por ofendido del mal tratamiento que habia hecho á los de Cizico sus vasallos. Esto dice Pachimerio.

A la vista de un monumento, de una iglesia notable, de un edificio de valía, nos detenemos á visitarle, penetramos en los templos, vamos á los sitios de concurrencia, observamos por todas partes. Este es nuestro sistema, este nuestro particular placer: si como yo confieso, no es del gusto de todos, á me produce agradables impresiones, esa es la verdad.

De la importantísima conferencia que celebraron el Tenorio decadente y el estanquero libertino, con otros graves sucesos Ignorante don Juan de que don Quintín hubiese venido a menos, resolvió visitarle en su estanco, donde hasta entonces, por prudencia, jamás puso los pies. Fue allá, entró, pidió puros, escogiolos despacio mirando hacia la trastienda... y nada.

Bueno; iré á visitarle mañana, pues vendré á ver también al médico y al notario... ¡Ah! ¿Los Monthyons? dijo riendo el vigilante. Y al ver la mirada de extrañeza de su interlocutor, continuó: Los llamamos así porque podrían concurrir al premio de virtud si se diera aquí como en París... ¡Una broma, milord! , son las personas honradas del presidio... Volvamos á Numea, dijo Tragomer.

Eso no hace nada. Pero revengamos sobre el amado Belarmino. No me puedo pasar sin él. Yo vengo para visitarle cada semana o cada quince días, durante diez años, a despecho de esta cuesta abominable que yo debo subir para llegar.