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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Por fin, la infecta masa llega al río, desembocando en él pesadamente. Negra ó violácea, se prolonga á lo largo de la orilla, sin mezclarse con el agua relativamente pura de la corriente, y determinando una línea sinuosa francamente trazada.

Por encima del arrabal aparecía aún, más allá del caserío confuso que el tren dejaba atrás, la llanura de sombra violácea; y una iglesia lejana se diseñó como una miniatura gótica estampada en el cielo pálido; Adriana creyó oír algunos toques de la campana, llegando hasta ella en una vibración imperceptible, moribunda, y sin embargo penetrante en su música como una dulcísima queja.

Los que no tenían sitio se encaramaron en sillas detrás de sus compañeros. Todos los ojos se clavaron en el portal de enfrente. Esperaron cerca de un cuarto de hora. Al cabo la fisonomía violácea de Granate apareció de nuevo. Daba miedo. Aquella cara parecía ya un terciopelo como si estuviese ahorcado. Las orejas tenían el color de la sangre.

La había recibido de Buenos Aires la semana anterior, á gusto de un sastre famoso, á quien encargó un vestuario completo igual á los que poseyesen los millonarios más elegantes de la ciudad. Detrás de este grupo avanzó un viejo alto, enjuto de carnes, con la nariz violácea y granujienta de los alcohólicos y una caja de cirugía bajo el brazo.

La luz difusa del alba, daba un tono azulado a su tez morena; hacía brillar con reflejos de nácar la blancura de sus córneas y marcaba con huella profunda la sombra de sus ojeras. Por la parte de Jerez abríase el cielo con un desgarrón de luz violácea, que iba extendiéndose, y borrando en su seno las estrellas.

Luego, su boca fría, violácea y duramente crispada hacia adentro, como si mordiese ya la acre ceniza de todas las glorias del mundo, dejó escapar, moviendo levemente los labios, una voz apenas perceptible: Si fueseis tan leal vasallo como el Conde asegura dijo bien pudisteis prevenirnos de la aleve traición que se tramaba a vuestra vista.

Su corpulencia era pesadez; su gordura hinchazón; su cara sonrosada de otros días, una máscara violácea y amarillenta que parecía llena de contusiones. La nariz colgante casi le tocaba a la boca, y en el pelo negro, como ala de cuervo, aparecían y se propagaban las canas rápidamente. Los negocios de Estado, en aquellos días más graves y espinosos que nunca, le aburrían 13 y le preocupaban.

Palabra del Dia

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