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Cuando el señor Fermín vio llegar a su hijo, le preguntó con cierta ansiedad si ocurría algo en Jerez. «Nada, padre

El notario fue de un salto a mirarse en el espejo. ¡Horror y maldición! como dicen en las novelas de la antigua escuela. Se vio tan desfigurado como el día que volvió de Parthenay.

Después de estas noticias se atrevió á salir del pabellón. Vió su jardín destrozado, pero hermoso. Los árboles guardaban impasibles los ultrajes sufridos en sus troncos. Los pájaros aleteaban con sorpresa y regocijo al verse dueños otra vez del espacio abandonado por la inundación humana. Pronto se arrepintió Desnoyers de su salida.

33 Jesús entonces, como la vio llorando, y a los judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se embraveció en Espíritu, se alborotó a mismo, 34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dicen: Señor, ven, y ve. 35 Y lloró Jesús. 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y unos de ellos dijeron: ¿No podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no muriera?

Apenas se hubo apoyado en la baranda para escuchar, vio que un cuerpo se aproximaba a él, velando la luz del sol, y oyó una voz enérgica que recortaba duramente las palabras.

Pasó el Carnaval y doña Manuela se vio en plena Cuaresma. Era la hora de purgar los derroches y las alegrías de la temporada anterior. La modista francesa presentaba la cuenta de los trajes de las niñas, y además hacía falta dinero para los gastos de la casa. Total, que doña Manuela necesitaba tres mil pesetas.

Entonces Jerónimo quiso conocer á la duquesa, y la conoció. Vió que los cabellos de la duquesa eran rubios, del mismo color que el rizo que estaba encerrado en el medallón. Después preguntó quién era ó había sido el joyero del duque de Gandía. Dijéronselo, y le buscó, y en secreto le preguntó, presentándole un brazalete, si lo había él fabricado.

Encendió una cerilla y entonces vió en el tabique de la cabecera que en otros tiempos había sido blanco, un crucifijo y varias estampas de colores, representando generales contemporáneos, con el ros calado y el pecho cubierto de bandas y cruces, héroes de la guerra que se habían cubierto de gloria entregando territorios al enemigo ó fusilando en masa á indígenas indefensos.

3 Y Salomón le declaró todas sus preguntas; ninguna cosa se le escondió al rey, que no le declarase. 4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la Casa que había edificado,

Don Paco pasó varias veces aquel día por la puerta de la casa de Juanita, pero no se atrevió a entrar en ella antes de la hora convenida. Aunque Juanita le vio no quiso llamarle ni hablarle, tal vez por temor de revelar involuntariamente cosas que quería tener calladas. Hasta las cuatro de la tarde estuvo sin salir de casa, cosiendo con la mayor tranquilidad.