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Actualizado: 18 de junio de 2025


Si hubieren cuantos escriben de pararse en esas bicocas, no veríamos tantos autores que viven de fastidiar a sus lectores; a más de quedaros siempre el simple recurso de disgustar a los unos y a los otros, dejándolos a todos iguales; y si os motejan de torpe, no os han de motejar de injusto.

Detesto, me estomaga el perdon agresivo y atolondrado de los franceses, y mi mujer lo aborrece aún más, porque mi mujer es más española que yo. Gracias á que, como habla en español, no la entienden. Si supiera francés, es casi seguro que nos veriamos en más de un compromiso. Tales son las rudas claridades con que agasaja á los franceses y á las francesas con especialidad.

Nos habían dicho que en el arrabal de Triana veríamos cuadros curiosos y animados de la población gitana, que es bastante numerosa. Pero no encontramos sino tristeza, soledad y silencio. Acaso escogimos mal la hora ó el día para satisfacer nuestra curiosidad. Hay muchos gitanos católicos en España, y sinembargo se les ve persistir en sus hábitos de aislamiento.

Nosotros, es verdad, imaginamos lo infinito en su esencia, prescindiendo de su existencia; pero repito que esta precision solo nos es posible, porque no comprendemos bien la infinidad; que si la comprendiéramos, veríamos la repugnancia de los términos, infinidad y no existencia, con tanta claridad como las del triángulo y círculo.

No habrán dejado uno vivo, señor. Mirad: encienden grandes hogueras en la playa. Es que no debemos dejarles que se los coman tranquilamente, Horn. Tenemos aún una lantaca y nuestros fusiles. Y los salvajes se parapetarán detrás de las rocas, poniéndose así a cubierto de nuestras balas. ¿Y crees que los chinos hayan muerto todos? ¿Habrá alguno vivo? Se le oiría gritar o lo veríamos.

Al momento me ocurrió una idea. ¿Qué papel es ese? le dije. Vamos a verle; será de algún enamorado; se lo arrebato, veo que empieza: Querida Anita; cuando no vi mi nombre respiré; empecé a echarlo a broma. ¿Quién será el desesperado? le decía riéndome a carcajadas. Veamos, y él mismo leyó el billete, donde me decías que esta noche nos veríamos aquí, si podía venir sola. Si vieras cómo se reía.

Hasta que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un día que encontraba mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurrió, como es natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; más adelante ya veríamos.

Jugué a menudo con ella, mientras fuimos niños; pero desde hace cuatro años la he perdido de vista. Dicen que es muy linda. ¡Cuánto me gustaría estar en Pavol! exclamé. Nos veríamos con frecuencia. ¿Quién sabe, primita? Tal vez no os agradara, cuando me conocierais más.

Y, en verdad, no cómo ha escapado el infeliz dijo Fernández a Santorcaz . Tres balazos tenía en su cuerpecito: uno en la cabeza, el cual no es más que una rozadura; otro en el brazo izquierdo, que no le dejará manco, y el tercero en un costado, y en parte sensible, tanto que si no le hubieran sacado la bala, no le veríamos ahora tan despiertillo.

Aquel procedimiento rastrero, de villano, debió irritarla, pero no la irritó; tuvo que confesar que no despreciaba ni aborrecía a don Álvaro, a pesar de que sus intenciones eran torcidas, miserables; quería abusar de la confianza de don Víctor. «Pero ¿y si no quería? ¿Si se contentaba con estar cerca de ella, con verla y hablarla a menudo y tenerla por amiga? Veríamos.

Palabra del Dia

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