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Actualizado: 11 de octubre de 2025
«Y vamos a ver decíame a mi propio en cuanto me hallé dispuesto a salir del cuarto , ¿qué cara pongo a mi tío después de lo que ha pasado esta noche? ¿En qué temple de ánimo, en qué estilo he de expresarle «lo que procede»? Y ¿cuál es «lo que procede»? Porque él debe dar por hecho que a estas horas estoy enterado de todo; y en casos tales, un grado menos de lo justo en la expresión de lo que se siente, desnaturaliza la seriedad de un papel y hasta pone en ridículo al actor».
¡Oh! ¡sí! ¡callaré! pero amaré... os amaré... aunque no os conozca... ¡os amaré siempre!... ¡sin esperanza...! Olvidemos locuras y hablemos de lo que importa, porque vamos á separarnos. Parémonos en esta esquina. Respondedme, si es verdad que he causado en vos la impresión que decís. ¿Oísteis hablar á alguien en la galería? Sí. ¿Qué oísteis...?
Estoy haciendo visitas nos dijo al entrar, a todas las personas queridas, para desearles un buen año. Genoveva recibió sonriendo su entusiasta abrazo, cambiaron las dos sus regalitos, y nos pusimos a hablar al lado del claro fuego de los leños monumentales en uso en Aiglemont. ¿Vamos a leer estas cartas a Francisca? exclamó de pronto aturdidamente.
¡Vamos... a nuestros asientos! contestó Ricardo al abrir la puerta del coche-restaurant, y agregó al asegurarse la gorra, que tenía puesta: ¡Cuidado con las gorras! que se ha levantado viento. Al encontrarse nuevamente en el sitio que ocupaban, dijo Melchor: ¿Los diarios, no?... ¿Tú querías los diarios, Ricardo? Sí... pero, ¿quieres creer...? A mí también me está dando sueño.
Soledad volvió la cabeza sorprendida de aquella voz extraña y temblorosa, le miró un instante á la cara y al fin dijo gravemente: Bueno; vamos.
#El torrente de la montaña# Entre los innumerables arroyos que corren por la superficie de la tierra y se precipitan en el mar ó se reúnen para formar grandes ríos, éste, cuyo curso vamos á seguir, no tiene nada que particularmente atraiga la atención de los hombres.
Sé que además leéis y escribís bien, cosa muy útil en ocasiones, cuando de un mensaje secreto depende la vida de muchos, la suerte de una plaza y quizás el éxito de la guerra. ¿Creéis poder servir de escudero á un noble en la campaña que vamos á emprender?
Pregunté el por qué no habían de seguirse los ensayos en la plaza, y me contestaron que solo se hacía allí el primero, verificándose los demás frente á la casa del que convidaba. ¡Ah, vamos! ¿con que hay convite?
Un enternecimiento súbito o intenso de gratitud y cariño hacia Juan los invadía. ¡Qué dicha, poder hacerlo feliz a mi vez! La idea de mi propia felicidad se aumenta al pensar en el amor que me tiene. Madre, ¡si supieras cuánto me quiere! Pero ¿qué vamos a hacer ahora? Tú, parece olvidas que eres la novia de Huberto Martholl, hija mía... ¿Quieres dejarme escribirle?
Sólo el período, que vamos á examinar, cuyo principio debemos fijar en el último decenio del siglo XVI, fué favorecido por un concurso feliz de circunstancias, que contribuyeron á dar á los españoles la posesión de tan inestimable tesoro, y juntamente de una literatura poética perfecta.
Palabra del Dia
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