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Actualizado: 9 de junio de 2025
Pocos dias despues partieron con direccion á España, llegando el 26 de abril de 1506 á la Coruña; donde esperaba la mayor parte de la grandeza á recibirlos y rendir un justo homenaje á sus nuevos monarcas. A su paso por Valladolid fueron jurados, y alli disfrutaron de las fiestas que habian prevenido en su obsequio.
-No hay duda en eso -respondió Sancho-, que yo he visto a muchos tomar el apellido y alcurnia del lugar donde nacieron, llamándose Pedro de Alcalá, Juan de Úbeda y Diego de Valladolid; y esto mesmo se debe de usar allá en Guinea: tomar las reinas los nombres de sus reinos. -Así debe de ser -dijo el cura-; y en lo del casarse vuestro amo, yo haré en ello todos mis poderíos.
Hay en ella sentimiento del arte, y gusto... ¡mucho gusto!... Cierto que aquí, en Villavieja, ¡está uno hecho a tan poco, a tan poco y de tan mediana calidad, y tan visto!... Pero no, señor, no: esa sevillanita, donde quiera que se la ponga, aquí o en Valladolid... ¡Carape!... No, no, lo que es el primito de allá, el original de la fotografía que estaba sobre el piano... porque según me dijo ella misma, aquel retrato es el de su primo, el hijo de doña Lucrecia, vestido de toga y con birrete... ya puede estar satisfecho si es verdad lo que se cuenta... Y lo será por las trazas.
El cardenal Cisneros, entonces regente y gobernador del reino, fue el primero que determinó apelar á la reina para ver si se podia salir de las apuradas circunstancias en que los partidos habian colocado á las provincias y particularmente á Valladolid.
Don José de Pellicer en sus Avisos de 2 de Agosto de 1644, dice: «La Inquisicion hizo auto en Valladolid, i entre los castigados fué uno don Francisco de Vera, hijo de don Lope de Vera, caballero de San Clemente i mui emparentado, á quien su mismo hermano acusó: ha estado preso seis años.
Es cierto que no he dejado en él señal ninguna porque creí que no subiría nadie, pero estas señoras son testigos de que he venido ocupándolo desde Valladolid. Las señoras corroboraron el aserto con un murmullo y una inclinación de cabeza.
Pues yo lo sé, sí, señora, yo lo sé: uno se está formando en Valladolid, y lo mandará D. Gregorio de la Cuesta; otro en Asturias y Galicia, que corre a cargo de Blake..., y el tercero... Esta es la más gorda de todas: ¿te la digo? Hombre, sí, dila: no nos dejes a media miel.
Vino la olla y comímela en dos bocados casi toda, sin malicia, pero con prisa tan fiera, que parecía que aun entre los dientes no la tenía bien segura. Dios es mi padre, que no come un cuerpo más presto el montón de la Antigua de Valladolid, que le deshace en veinte y cuatro horas, que yo despaché el ordinario; pues fue con más prisa que un extraordinario el correo.
Esta inclinación creció y maduró con los años, y llenó su reinado, no exento de crítica por otra parte, con fama que resonó á lo lejos, convirtiendo á la corte de Valladolid en teatro de suntuosas fiestas, y en foco de refinadas y espirituales costumbres.
Apénas llamaban la atencion algunas canteras de piedra y los trabajos de nivelacion que se hacian para el ferrocarril del Norte, que debe ligar á Madrid con Bayona, pasando por el Escorial, Valladolid, Búrgos é Irun. Fuera de Madrid no se ve sino el desierto: un mar de rocas, la soledad y el abandono.
Palabra del Dia
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