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Actualizado: 11 de junio de 2025
Ahí tiene usté a mis primas las Alcaparronas, unas pindongas, que son la eshonra de la familia, y las grandísimas arrastrás tienen las onzas a puñaos, y coches, y los papeles jablan de ellas: y la pobresita Mari-Crú, que era mejó que el trigo, se muere, endimpués de una vida de trabajo. El gitano gemía, mirando al cielo, como si protestase de esta injusticia.
Y mientras Gallardo sonreía de un modo enigmático, el torerillo rebuscaba en sus bolsillos. Me apresia mucho... ¡Mie usté qué pitillera me ha traío de París!... Y mostraba con orgullo la metálica cigarrera, en cuya tapa lucían sus desnudeces unos angelitos esmaltados sobre una dedicatoria casi amorosa.
367 ya veo que somos los dos astillas del mesmo palo: yo paso por gaucho malo y usté anda del mesmo modo; y yo, pa acabarlo todo, a los indios me refalo. 368 Pido perdón a mi Dios que tantos bienes me hizo, pero dende que es preciso que viva entre los infeles, yo seré cruel con los crueles: ansí mi suerte lo quiso.
Vergüenza es lo que á tí te falta gruñe, al oirlo, la vieja. Y sábete que tengo sal, pero que no te la quiero dar. Ya me lo figuro, porque siempre fué usté lo mismo. Por eso te he quitao el hambre más de cuatro veces, ¡ingratona, desalmada!
El torero, al contemplar la carta con su adoración de hombre del pueblo poco versado en la lectura, no podía evitar cierto sentimiento de molestia, como si se viese despreciado. ¡Esta gachí! murmuró . ¡Esta mujer!... No hay quien la desmonte. ¡Mia tú que hablarme de usté!... ¡Usté! ¡Y a mí!... Pero los buenos recuerdos le hicieron sonreír satisfecho.
Es el caso que no se consiente que entre nadie. No está el horno para bollos. Yo entro porque tengo títulos para entrar. No hay quien tenga más derecho que yo. Enséñeme el camino. O no me lo enseñe. No necesito guía. Iré derecha a su lado. Aguarde, señora. Voy con usté, para avisar y anunciarla. ¿Quién digo que es usté? Felicita, nada más que Felicita. Novillo se hallaba en las últimas.
Seríamos virreyes, archipámpanos, cuarquier cosa grande, al otro lao de los mares. ¿Usté no ha oído hablar de un tal Pizarro, señó Juan?... El señor Juan hizo un gesto indefinible, no queriendo revelar su ignorancia ante este nombre misterioso que oía por vez primera. La señora marquesa sí que sabe quién es mejor que yo, y me perdonará si igo barbariaes.
Lo que usté me está quitando todos los días es el crédito, ¡chismosona, más que chismosa!; y si no fuera por dar al diablo que reir, ya la había arrastrao por las escaleras abajo. Capaz serás de hacerlo ¡bribonaza!; que la que no quiere á sus hijos, mal puede respetar las canas de los viejos.
Hacía crujir una uña entre sus dientes con enérgica expresión negativa, y luego iba devolviendo sus preguntas al recién llegado, cuya vida ignoraba más allá de sus aficiones al toreo. ¿Y la familia de usté, güena también?... Vaya, me alegro. Siéntese y tome argo.
La reunión se preparó á gozar de la disputa, como siempre. Vamos, tío, usté tiene gana de guasa. No, hijo, lo que tengo gana es de vino. Pues yo ya le he pagado á usté bastante esta noche. ¡Ay, qué gracia, que me ha pagado bastante!... ¡Pues yo á ti no!... Niño, tráete más vino para este gallego... ¡Tío! No me insulte, que le falto á usté al respeto.
Palabra del Dia
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