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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Y al decir esto, el Sentido enarbóló la t, y dándole un garrotazo con ella á su escudero, le dejó tan mal parado, que tuvieron que ponerle un vendaje en la o, y bizmarle las costillas de la m porque se iba desangrando por allí á toda prisa. «Haya paz, señores dijo un Sustantivo Femenino llamado Filosofía, que con dueñescas tocas blancas apareció entre el tumulto.

De éstas, sólo La bizarra Arsinda, El conde Partinuples y La renegada de Valladolid se encuentran en el catálogo de la Huerta. Una descripción muy animada del bullicio y del tumulto, inseparable de las representaciones públicas teatrales, se encuentra en El día de fiesta, su autor D. Juan de Zabaleta. Dos partes: Coimbra, 1666.

Desde entonces quedaba detrás de la montaña y volvía yo al gran tumulto de los humanos. Pero á lo menos he podido conservar en la memoria la suave impresión de lo pasado.

Y el apresuramiento causado por el anuncio de una corrida de toros que debía celebrarse el mismo día en Santa María, aumentaba aún el tumulto. Casi toda la población de las ciudades y aldeas vecinas llena los caminos.

Era imposible que aquel hombre, por más sordo que fuese, no hubiera oído el tumulto que se hacía a su espalda. D. Salvador comenzó a enojarse, y dejando de gritar, consideró al altivo viajero con atención. Montaba una mulita baya, pobremente ensillada, a lo que podía ver, y que marchaba con su paso monótono, llevando la cabeza casi entre las piernas.

Acercáronse rápidamente y se dirigieron al grupo que formaban los preparadores, los cuales parecían estar en rebeldía contra Van-Horn y Hans. ¿Qué significa este tumulto? gritó Van-Stael, deteniéndose entre la turba furibunda . ¿Por qué no se trabaja?

Moreno fue allá, y Guillermina, que aún no había acabado de reír, decía a sus amigas. «Es un angelón... No tenéis idea de la pasta celestial de que está formado el corazón de este hombre». Barbarita no tenía sosiego hasta no enterarse del por qué de aquel tumulto que en el salón había. Fue a ver y volvió con el cuento: «Hijas, que el rey se marcha». ¡Qué dices, mujer!

Nada podía, como lo que acabamos de describir, dar realce y vida a esta verdad moral: que en medio del tumulto y de las borrascas de las malas pasiones, la voz de la religión se deja oír por intervalos, grave y poderosa, suave y firme, aun a aquellos mismos que la olvidan y la reniegan. El cura entró en el cuarto del enfermo.

Buen pechugón se ha dado... exclamó la Superiora . Ya, ¡cómo estará aquel cuerpo con todo ese líquido ardiente! Nunca nos había pasado otra... La arreglaremos, la arreglaremos. ¿Pero viene o no?». Bajaba ya, decidida a abreviar la tardanza del acto de justicia, cuando se oyó un gran tumulto.

Y ¡qué felicidad habría sido entonces para Ester poder oir la voz clara y sonora de Perla mezclada al tumulto de otras voces infantiles, y distinguir y reconocer los sonidos que emitiera su adorado tesoro entre la mezcla confusa de la gritería de un grupo de niños juguetones! Pero semejante dicha le estaba vedada. Perla, desde que nació, era una proscripta del mundo infantil.

Palabra del Dia

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