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Actualizado: 20 de junio de 2025


Afortunadamente, le ha salido bien la treta; porque no necesito decirle que no tiene usted ningún pulmón lesionado: sólo hay un leve desorden en las funciones. Lo que usted tiene, salta a la vista de cualquiera, porque lo lleva escrito en el rostro: es la enfermedad del siglo XIX, y en particular de las grandes poblaciones. Está usted anémico.

LATRIPE. Diez y nueve lecciones como la de hace poco...! ¡Quia! ¡No, amigo mío...! ¡Me dejaría allí los huesos...! ¡No volveré a las andadas...! Compréndeme: he logrado de esta criatura lo que jamás concedió a nadie. La he poseído por sorpresa. ¡Conformes! Si yo insistiera, no tendría delicadeza. Además, Chadd comprendería quizá mi treta, y esto lo echaría todo a perder.

Si las maldiciones que pronunciaba a media voz, cuando estaba sólo, no hubiesen tenido otro objeto que la treta diabólica de Dunstan, le hubiera sido posible tener menos espanto a las consencuecias de su confesión.

Yo le pregunté que por qué no se los ponía y dijo que por ser entrambos de una mano, que era treta para tener guantes.

El caballero no es otro que Florencio, amante de Nicea, inventor de esta treta, para estar al lado de su amada y guardarla de las asechanzas del Príncipe; pero éste sabe pronto que es su rival, y se ingenia de suerte, que lo hace salir de la casa.

Eso de las luces, yo no las he visto; pero que resonaron unas voces tan tremebundas que casi casi me habrian metido el miedo en el cuerpo, es positivo. Veremos si la zambra se repite: yo me temo que se nos ha querido jugar una treta.

Yo apostaré un brazo que puede Camacho envolver en reales a Basilio; y si esto es así, como debe de ser, bien boba fuera Quiteria en desechar las galas y las joyas que le debe de haber dado, y le puede dar Camacho, por escoger el tirar de la barra y el jugar de la negra de Basilio. Sobre un buen tiro de barra o sobre una gentil treta de espada no dan un cuartillo de vino en la taberna.

Hizo llamar a Medrano y refiriole su extraña situación, el menosprecio de Beatriz, la frialdad de don Alonso y lo que acababa de decirle su paje. El escudero palideció de pronto y, mesándose la barba, repuso: Amor de niña, agua en cestilla luego alzando la frente: ¿No será alguna treta de Franco, el campanero?

Callaba muchas cosas que juzgaba poco a propósito para hacerle aparecer interesante; pero no ocultó ciertas maniobras no muy decentes, y osó referirlas, no por amor a la verdad, sino porque su sentido moral no le decía que era aquello repugnante e indigno; por fortuna, tampoco Emma sentía delicadezas de este orden, y en toda treta victoriosa admiraba el arte y olvidaba al engañado, o sea al tonto.

Allá entre los pliegues de una cortina de damasco se escondía la tercera, como si quisiese esquivar la ceremonia afectuosa; pero no le valió la treta, antes su retraimiento incitó al primo a exclamar: ¿Doña Hucha, o como te llames?... Cuidadito conmigo..., se me debe un abrazo.... Me llamo Marcelina, hombre.... Pero éstas me llaman siempre Marcelinucha o Nucha....

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