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Actualizado: 19 de mayo de 2025
En efte tiempo llegò alli el Governador con vn Vergantin, que en la Trinidad comprò, i traìa configo vn Piloto, que fe llamaba Miruelo: havialo tomado, porque decia, que fabia, i havia eftado en el Rio de las Palmas, i era mui buen Piloto de toda la Cofta del Norte. Dexaba tambien comprado otro Navio en la Cofta de la Habana, en el qual quedaba por Capitan Alvaro de la Cerda, con quarenta Hombres, i doce de Caballo; i dos dias defpues que llegò el Governador, fe embarcò, i la Gente que llevaba eran quatrocientos Hombres, i ochenta Caballos, en quatro Navios; i vn Vergantin. El Piloto, que de nuevo haviamos tomado, metiò los Navios por los Baxìos, que dicen de Carnarreo, de manera, que otro dia dimos en feco, i afi eftuvimos quince dias, tocando muchas veces las Quillas de los Navios en feco: al cabo de los quales, vna Tormenta del Sur metiò tanta Agua en los Baxìos, que podimos falir, aunque no fin mucho peligro: Partidos de aqui, i llegados
Había adivinado todo lo que estaba diciendo y esto le satisfacía. Así no quedaba desbaratado el andamiaje de la larga contestación que traía preparada. Aquel hombre era inflexible e inmutable. Llevaba treinta años diciendo lo mismo. Aquel discurso lo había leído Rafael un sinnúmero de veces.
Mi amigo iba pisando tieso y mirándose a los pies, sacó unas migajas de pan que traía para el efecto siempre en una cajuela, y derramóselas por la barba y vestido, de suerte que parecía haber comido.
Si el calor del verano o los excesos amorosos le debilitaban, aquella mujer incomparable le preparaba caldos sustanciosos, asados nutritivos y sabrosos postres. Si, por el contrario, sabía que su amo gozaba de perfecta salud y traía conquista entre manos, guisaba para él, con abundancia de vinos generosos, especias y estimulantes que contribuyesen a su vigor, a su alegría y a sus triunfos.
Dentro de pocos días preparaba una sorpresa a los sarrienses. Después de muchos trabajos, se consiguió que desembuchara. Estaba en tratos con el célebre Marabini, frenólogo, prestidigitador. Acaso el martes... sí, el martes o el miércoles podrían admirar sus habilidades en el teatro. Traía además cuadros disolventes y un lobo domesticado.
A este tiempo se reconoció ya que los agresores eran ingleses, con que viniendo ellos á nuestra capitana, se les hizo demostración del pasaporte de la reina Ana que traía, y dejaron pasar libres las naves.
Pero me voy; ya os he dado el mensaje que os traía, y me espera su majestad y salió. Apenas había salido doña María, cuando entró una doncella. Señora dijo , un caballero pregunta por vos; yo le he dicho que no acostumbrábais á recibir visitas, pero me ha contestado riendo, que estaba seguro que vos le recibiríais. ¿Cómo se llama ese caballero? Se llama don Juan... don Juan... ¿Téllez Girón?
Finalmente, la doncella del aguamanil vino, y acabaron de lavar a don Quijote, y luego la que traía las toallas le limpió y le enjugó muy reposadamente; y, haciéndole todas cuatro a la par una grande y profunda inclinación y reverencia, se querían ir; pero el duque, porque don Quijote no cayese en la burla, llamó a la doncella de la fuente, diciéndole: -Venid y lavadme a mí, y mirad que no se os acabe el agua.
Ahora, la celebridad traía á sus brazos damas de alta posición, pero con un pasado inconfesable, ansiosas de novedades y excesivamente maduras. Esta burguesa que marchaba hacia él y en el momento del abandono retrocedía con bruscos renacimientos de pudor representaba algo extraordinario. Los salones de tango experimentaron una gran pérdida.
Había navegado mucho; había vivido largas temporadas en Inglaterra y los Estados Unidos, y de la permanencia en estas tierras de libertad, insensibles a los odios religiosos, traía una franqueza belicosa que le impulsaba a desafiar las preocupaciones de la isla, tranquila e inmóvil en su estancamiento.
Palabra del Dia
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