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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Pero observé al cabo de pocos días que, aunque tomaba y soltaba con indiferencia distintos trozos de ópera y zarzuela deshaciéndolos y pulverizándolos entre resoplidos y gruñidos, el pasaje que con más ardor acometía y más a menudo, era uno de Los Puritanos; me parece que pertenecía al aria de barítono en el primer acto.
La Regenta no tomaba con gran calor aquellas diversiones, pero las prefería a su estéril soledad, en que buscando ideas piadosas encontraba tristezas, un hastío hondo y el rencoroso espíritu de protesta de la carne pisoteada, que bramaba en cuanto podía. «Era mejor vivir como todos, dejarse ir, ocupar el ánimo con los pasatiempos vulgares, sosos, pero que, al fin, llenan las horas...».
Fuí confiado á los cuidados de un criado, que me suplicó esperara en la pieza contigua á aquélla de que salía, mientras tomaba órdenes del señor Laroque.
»Y después de pronunciar estas palabras, salió de la habitación. »Poco después, oímos rodar el coche que la llevaba, al mismo tiempo que José entraba a anunciarnos que acababa de partir. »En aquel momento yo, que tomaba el pulso a Magdalena, noté un cambio muy sensible cuando ella oyó la noticia.
El mismo Breal le seguía con sus ojos de vidrio con tanta complacencia, que el joven estaba tentado por interpelarle directamente como en los tiempos en que siendo pequeño le tomaba por confidente de sus sueños infantiles. ¡Era dichoso! ¿Por qué?, hubiera preguntado la fría razón.
Luego echaba a correr, riendo y hablando en una jerga que quería ser muy culta y ciudadana; y se iba a preparar a la niña Ana, lo cual hacía muy bien, unos tamales de dulce de coco y un chocolatillo claro, que era lo que con más gusto tomaba, por lo limpio y lo nuevo, nuestra linda enferma.
Ya no era un palo, era una torre, y á continuación de esta torre iba surgiendo del mar un basamento de acero que chorreaba cascadas de espuma, un lomo gris de cetáceo, que poco á poco tomaba la forma de un vaso navegante largo y afilado. Una bandera flotó de pronto sobre el submarino. Ulises la conocía. ¡Nos van á atacar á cañonazos! gritó á Tòni . Es inútil que naveguemos en zigzags.
Ya que los boyeros le habían indicado el camino para ir a Córdoba, don Paco, menos alborotado que el día anterior, siguió en aquella dirección, pues camino no había. Las estrechas sendas eran muchas, y él a la ventura las tomaba, sólo procurando hunde la vista de todo ser humano, porque aún tenía vergüenza de que le viesen.
Otras veces le acometían inquietudes convulsivas de sabandija y retorcimientos de sibila, según la materia y el modo de explicarla el catedrático, y en tales casos tomaba notas taquigráficas, agitando fieramente el pupitre. Los estudiantes le estimaban, le respetaban y se aleccionaban con él.
La suponía sola, en estado de escucharme y en una situación que excluía todo peligro. Tomaba la palabra y sin preámbulo, sin rebozo, sin subterfugios, sin palabrería, y, con la misma franqueza que si se tratara de un confidente muy íntimo desde mi juventud, le refiriese la historia de mi pasión, nacida de una amistad de niño de súbito trocada en amor.
Palabra del Dia
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