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Actualizado: 25 de junio de 2025
De nuevo a la costa y a amarrar. El práctico toma una canoa y se lanza a buscar pacientemente el paso por medio de sondajes.
El médico notó su gesto involuntario, y con una sonrisa dijo: Vive, sí, vive; y lleva contigo este signo ante los ojos de hombres y mujeres, ante los ojos de aquel á quien llamaste tu marido, ante los ojos de esa niñita. Y para que puedas vivir, toma esta medicina.
Todo lo cual se ha confirmado después acá con las veces, que han sido muchas, que él ha salido al camino, unas a pedir a los pastores le den de lo que llevan para comer y otras a quitárselo por fuerza; porque cuando está con el accidente de la locura, aunque los pastores se lo ofrezcan de buen grado, no lo admite, sino que lo toma a puñadas; y cuando está en su seso, lo pide por amor de Dios, cortés y comedidamente, y rinde por ello muchas gracias, y no con falta de lágrimas.
¿Y quién es su señorita? ¡Toma! La señorita Gloria. No pude reprimir un movimiento de susto, y me puse, no a leer, sino a devorar la carta, apretada la garganta y las manos trémulas. La buena mujer debió de observar mi turbación, porque al levantar los ojos vi una sonrisa en sus labios.
Al expirar el plazo, cuyo término caía en lunes, don Juan recibió respuesta con estas palabras, de mano de Cristeta: «Estoy malucha, y además no puedo ni debo aceptar eso que propones; el domingo que biene toma un palco alto, para por la tarde, en cualquier teatro, y enbiamelo: de otro modo, nada. ¡Qué semana!
Es el caso dijo sin modestia el héroe que necesita uno condecorarse a sí propio, puesto que nadie se toma el trabajo de hacerlo. En cuanto a la entrada de este caballerito en la orden, venga en buen hora; pero sepa que los nuestros hacen vida ascética durmiendo en una tarima y teniendo por almohada una buena piedra. De este modo se fortalece el hombre para las fatigas de la guerra.
D.ª Robustiana, temiendo que llegue su marido, la toma de la mano y la conduce al cuartito que ocupaba la zagala, y allí desahoga en ella su pecho. «¡Un tarro de dulce! ¡tres libras de chocolate! ¡botellas de Jerez!» Señora, ya sabe usted que el chocolate es malo en las posadas. ¿Y para qué quiere tres libras? No sabrá el tiempo que necesite permanecer en Langreo.
Don Cándido se dirigió a su alcoba, abrió un vargueño, sacó de un cajón un bolsillo de seda verde con anillas de acero, tomó de su contenido aquella suma, y se la entregó al maestro con estas palabras: Toma: que rece cada uno un Padre-Nuestro, y marcháos a descansar. ¡No profanéis el día del Señor! A los cinco minutos el taller estaba desierto.
Van á verse dentro de poco; don Marcos le ha invitado á comer en su casita de Beausoleil, convencido de que su compañía será agradable al príncipe. Toma la mano artificial de éste, y no parece notarlo. Sus ojos y su pensamiento están puestos en los vidrios del café, inflamados en plena tarde, á través de los cuales pasa el cadencioso susurro de los violines.
Á medida que se aproximaban los tres al buque, éste va desarrollando á sus ojos sus gigantescas proporciones; su negra mole parece que surge del agua, y tía Nisca, aunque jamás se forja ilusiones ni las toma en cuenta para nada, lo cree como el Evangelio.
Palabra del Dia
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