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Actualizado: 11 de julio de 2025
Y allá al fondo había un bosque muy grande y hermoso, que daba al mar azul, y en un árbol de los del bosque vivía un ruiseñor, que les cantaba a los pobres pescadores canciones tan lindas, que se olvidaban de ir a pescar; y se les veía sonreír del gusto, o llorar de contento, y abrir los brazos, y tirar besos al aire, como si estuviesen locos. «¡Es mejor el vino de la canción que el vino de arroz!» decían los pescadores.
Allí tuve nuevas de cómo mi rocín, viéndose en aprieto, se esforzó a tirar dos coces, y de puro flaco se desgajaron las ancas y se quedó en el lodo bien cerca de acabar.
Fabrice, en el momento en que Pierrepont entró, ocupábase en cargar dos pistolas, regalo precisamente de su amigo Pedro, y con las cuales tenía costumbre de tirar por vía de ejercicio en el jardín. ¿Te gustan siempre esas armas? le preguntó el marqués tomando y dejando en seguida sobre la mesa aquella que Jacques acababa de cargar. Encantado respondió. ¿Vas a tirar al blanco? Sí.
Tú no puedes tirar con una vida así.... Jaula nueva, pájaro muerto. Y estas profecías fúnebres, que, dichas con franqueza, a lo aragonés, espeluznaban al infeliz Melchor, se iban cumpliendo poco a poco. Don Melchor languidecía visiblemente.
Ahora quisiera yo desgarrar y tirar mis hábitos, volver al mundo y acometer y llevar a cabo empresas tales que justificasen mi ambición, que la justificasen a mis propios ojos y que anonadasen el desprecio con que a mí mismo me miro y con que al mirame me mato, pero con muerte que no tiene fin y cuya horrible eternidad está en mi conciencia.
-No hará la mar tal cosa que lo tengo yo eso muy apurado -me respondió-, y no hay que tratar; fuera de que yo tengo pensada una invención para hundir la mar por aquella parte doce estados. No lo osé replicar de miedo que me dijese que tenía arbitrio para tirar el cielo acá abajo. No vi en mi vida tan gran orate.
Era el tal P. Procopio un desaforado jayán, cetrino y barbudo, más adecuado para llevar una casa sobre la espalda ó tirar de una carreta, que para gozar en contemplaciones místicas y éxtasis divinos.
Porque salta á los ojos, que se pueden tirar infinitas líneas á mas de la supuesta, y como en todas ellas se puede llevar la divisibilidad hasta lo infinito, resulta que la suma de los elementos que entran en todas ellas formará un número mayor que el de una cualquiera de las mismas.
Después de dar algunos paseos por la estancia, hasta enfriarse, volvía junto a las llamas y se extasiaba contemplando otra vez las lenguas rojas de azulada punta, las quemadas astillas que caían del consumido leño con murmullo de hojas secas, y languidecían luego en la ceniza durmiéndose. Comía poco. No leía nada, y su única distracción era tirar al florete con su hermano.
Los primeros días todo fue concordia, sobriedad en el beber; pero la cabra no tardó en tirar al monte, y... otra vez la endiablada hembra divirtiendo a los chicos y dando que hacer a los del Orden. «No poder mí con ella. B'rracha siempre. Es un dolor... un dolor. Yo estar ella migo por lástima...».
Palabra del Dia
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