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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Sobre las líneas puras y gloriosas del querubín, la naturaleza había trazado otras más curvas y terrenales que le iban á maravilla. Además, tenía un modo de mirar dulce, rápido y lleno de timidez que seducía á la gente joven de la villa.
Ya no hay más nobles que los que vienen de nobles, ni más aristocracia que la de la sangre vieja, porque no vivimos tiempos en que se puedan hacer nuevos nobles ni nuevos santos; nuevos nobles, porque en nuestra sociedad no hay ocasiones en que acreditar la bravura personal; nuevos santos, porque todos estamos tan bien protegidos por las leyes, que ni a los más tímidos se les pone en trance de que muestren su timidez en términos de santidad.
Miss Haynes fué la que se encargó de envalentonar su timidez con prometedoras sonrisas y palabras tiernas. En realidad, Edwin no supo con certeza si fué él quien se atrevió á declarar su amor, ó fué ella la que con suavidad le impulsó á decir lo que llevaba muchos meses en su pensamiento, sin encontrar palabras para darle forma.
La cena, que comenzara temprano en la Casa Roja, había terminado, y la fiesta había llegado en ese momento en que la misma timidez se convierte en alegría natural, el momento en que los señores que tienen conciencia de sus extraordinarios talentos acaban por dejarse persuadir de que deben bailar un «hornpipe».
Pero el corazón de Alejandro no estaba aquella noche en el salón de baile, sino en los dormitorios de Blanca. Graciana, una linda y traviesa francesita, en quien Blanca depositaba todos sus secretos, había cautivado el alma del mulato, sin que los antagonismos de raza fueran una razón de timidez por parte del cochero o de repugnancia por parte de la sirvienta.
El temor del peligro es mayor escribiendo que hablando; pero también el rubor, la timidez, el recato ceden a veces con más facilidad estando a solas y cara a cara con el papel que cara a cara con un hombre, y quizá rodeada la mujer de personas curiosas y que se supone que serán maldicientes. Así escriben muchas; sueltan prendas que permanecen, y se ven al cabo comprometidas.
Juan Pablo estaba entonces en el Cuartel Real, y doña Lupe dejaba a Maximiliano en libertad, porque le creía inaccesible a los vicios por razón de su pobreza física, de su natural apático y de la timidez que era el resultado de aquellas desventajas. Y además de libertad, dábale su tía algún dinero para sus placeres de mozo, segura de que no había de gastarlo sino con mucho pulso.
Y a las pocas palabras de simpatía que le dirigí, respondió con la misma voz sorda y ahogada. Todo lo he perdido... No tengo ya a nadie. ¿No le queda a usted su padre? Levantó los párpados y, olvidando su timidez, me miró de frente. Mi padre... ¿Está enfermo, no es verdad? ¡Qué ojos!
Los que habitan todavía la América, retrocediendo y huyendo siempre, no tienen ánimo para ninguna empresa. No ha mucho que un viajero encontró uno de esos animalillos que, tierra adentro, muy adentro, hacia los altos lagos, emprendía de nuevo, si bien con timidez, su oficio, quería fabricar el hogar de la familia, cortaba madera.
Sea como fuere, las mejillas de la pareja del coronel conservaron el rubor virginal y la timidez consiguiente hasta que ambos llegaron al término de su jornada.
Palabra del Dia
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