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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Melisa no rió ante las sosas mamarrachadas del gracioso, pues Melisa raras veces se reía; ni tampoco se afectó discretamente, hasta acudir al extremo de hacer uso de su pañuelo blanco, como Sofía, la del tierno corazón, que estaba hablando con su pareja y al mismo tiempo mirando de soslayo al maestro, para enjugar alguna lágrima.
Cuando estéis casados, me presentaré en casa de la señorita Guichard según vuestro deseo, y haré cuanto sea posible para asegurar la concordia general. Gracias, querido padrino, en nombre de Herminia y en el mío. ¡Abrázame y que seáis dichosos! El padre y el hijo se estrecharon en un tierno abrazo con una efusión extraordinaria.
El tierno niño, á quien su padre lleva de la mano, ha de andar corriendo, cuando su padre no ha hecho mas que tomar un paso acelerado. Para hacer sensible la imposibilidad de la medida fija por medio de las impresiones, comparemos el movimiento de un caballo con el de un animal microscópico.
El día antes de mi salida mandé celebrar una misa en memoria de mis padres junto a su tumba, donde descansan sus cenizas. El recibimiento de mi marido y de la familia ha sido tan tierno para mí, como frío para mi hijo. Hemos vuelto a Milly.
¿Linilla? ¿Linilla te decían? ¡Pues Linilla he de llamarte yo! Siga el cuento.... ¿Cuento? ¡Historia de dolor! Prosigue. Así, de ese modo, fui a la casa del padre; padre ha sido para mí, y muy tierno y cariñoso. Lo demás ya lo sabes; te lo habrán dicho tus tías....
Las ideas tristes habían volado como pájaros de invierno, Ana se había visto en el paseo de San Blas rodeada del mundo, agasajada, y a su lado iba don Álvaro Mesía, enamorado, triste de tanto amor, resignado, cariñoso sin interés, suave y tierno, sin esperanza.
Y, al acabar de la profecía, alzó la voz de punto, y diminuyóla después, con tan tierno acento, que aun los sabidores de la burla estuvieron por creer que era verdad lo que oían.
Elena tenía un corazón tierno, inocente, pero un carácter impetuosísimo que los mimos de su marido y de la gente que la rodeaba desde hacía algunos años no habían atenuado. Estaba acostumbrada a que sus caprichos fuesen ley.
Aquel tierno capricho, tan poco común en el carácter de Perla, no duró mucho tiempo: se echó á reir, y se fué á lo largo del vestíbulo saltando tan ligeramente, que el anciano Sr. Wilson se preguntó si había tocado el pavimento con la punta de los pies. Este pequeño traste tiene en sí algo de hechicería, le dijo á Dimmesdale: no necesita del palo de escoba de una vieja para volar.
El bosque se estremeció de dicha al escuchar aquel grito aflautado, aquel canto tierno y melodioso que recogía la frescura, las armonías, los misteriosos hechizos del bosque, para dirigirlos al Hacedor como un himno matinal de gracias. Andrés también sufrió una sacudida. La emoción, que le había ido embargando poco a poco, se desbordó en lágrimas por sus ojos.
Palabra del Dia
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