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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Tocante á las campañas de hoy, no hay que tener cuidao.... Conque..., ánimo, ¡tiña!, que de menos nos hizo Dios.... Y aquí estoy yo que no me he muerto, y ha hecho la suerte conmigo cuanto puede hacer un tiburón detrás de un bote.... Y no digo más.

Al alcance del brazo de la tripulación permaneció el tiburón más de media hora, recibiendo en la cabeza en ese espacio de tiempo un sinnúmero de golpes con hachas y espeques. El que no haya presenciado la muerte de un tiburón, no puede comprender el gran principio de irritabilidad y fuerza vital que posee su organismo.

Este sanguinario animal, que vive á costa de sus congéneres, es abundantísimo en los mares del Archipiélago. Los indios lo comen cuando es pequeño, y si es de gran tamaño aprovechan las aletas y cola que son objeto de comercio para exportarlo á China, donde sacan de ellas una gelatina muy apreciada como alimento. Tintorera. También abunda mucho; sacan de ella los mismos beneficios que del tiburón.

Aquí se aprende a tener corazón y a ver lo que es el mundo... Pues, como le decía, la Vicenta era mujer que valía lo que pesaba... ¡tenía más agallas que un tiburón!... La verdad es que daba gusto verla tan serena; porque, al fin, siempre es una fatiga ver a una persona humana dando diente con diente y poniendo los ojos de carnero degollao... Yo he visto de todo... Mire V.; a la Bernaola la han tenido que subir a puñaos... y a muchos hombres también, no vaya V. a creerse.

¿Aquí es donde vive usted, querido tiburón?... Déjeme que lo vea todo, que lo registre todo. Me interesa lo suyo: no dirá ahora que no le quiero. ¡Qué orgullo para el capitán Ferragut! Las señoras vienen á buscarle en su buque... Interrumpió su parloteo irónico y amoroso para defenderse suavemente del marino.

No teniendo ocasión de combatir, háselas dispensado de armarse de las horrorosas quijadas y sierras, esos instrumentos de muerte y de tortura que el tiburón y tantos otros animales débiles adquirieron á fuerza de consumar asesinatos. A nadie persiguen. El alimento más bien acude á su alcance, traído por el oleaje.

Su ya larga existencia la tenía consagrada a husmear los matrimonios en desgracia, y acabar con ellos. Era su especialidad. Dos o tres duelos, uno de ellos con el conde Jacobo de Lerne, que habíale llamado el tiburón de los salones, habían puesto el colmo a su reputación.

No esté usted enfadado dijo ella . ¡A ver, tiburón mío, sonría usted un poco, muéstreme sus dientes!... Las libaciones á los dioses tienen la culpa. ¿Está usted ofendido porque he querido compararle con ese tipo?... ¡Pero si usted es el único hombre que yo aprecio un poco!... Ulises, le hablo en serio, con toda la franqueza que da el vino.

Gran patriotismo, tiempo, inteligencia y buenos deseos, y todo se andará. Islote de San Bernardino. El Gran Pacífico. Cielo y agua. Nostalgia. El secreto de las mareas. Calma sospechosa. Pesca del tiburón Los crepúsculos en la mar. Poca fué la estancia en San Jacinto y pocos fueron los víveres con que pudimos reforzar las cantinas de la María Rosario.

Navegó en alta mar durante cinco días y cuatro noches, sin soltar un instante el remo que le servía de gobernalle, sin poder moverse en aquella embarcación que al más leve movimiento desordenado podía zozobrar. Así llegaron a la isla Española, abordando al cabo Tiburón cuando hacía dos días que él y sus compañeros no comían ni bebían, por haberse perdido las provisiones con los golpes de mar.

Palabra del Dia

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