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Actualizado: 13 de noviembre de 2025
La cual pongo aquí, por haberme parecido aguda y conveniente a lo que se quiso reprehender en ella. Decía en este tenor: Premática del desengaño contra los poetas güeros, chirles y hebenes Diole al sacristán la mayor risa del mundo, y dijo: ¡Hablara yo para mañana!
¿No es esa la jóven que entró aquí sola á presencia de todo el mundo? Pues si aquí vino sola, si sola se iria hasta el fin de la tierra, ¿por qué ese coquetismo de que la acompañe el tenor ante un público que está convencido de que no tiene necesidad alguna de compañía?
D. Bernardo les entregó generosamente su mano, aunque sin perder un punto la gravedad que tan bien le sentaba. Al instante se entabló una conversación animadísima acerca de los asuntos que entonces embargaban la atención de la corte: uno de ellos era la llegada reciente del célebre tenor Mario.
Presentéle igualmente mi proyecto de abrir una nueva senda de comunicacion con Moxos, plan que aprobó, manifestando algun recelo por los riesgos á que iba yo á esponerme. Tuve por último la satisfaccion de ver que todo salia al tenor de mis deseos, y que no habia yo interpuesto en vano mis buenos oficios por el bien de los pobres indígenas de estas misiones.
El duque, poco a poco, y como quien de un pesado sueño recuerda, fue volviendo en sí, y por el mismo tenor la duquesa y todos los que por el jardín estaban caídos, con tales muestras de maravilla y espanto, que casi se podían dar a entender haberles acontecido de veras lo que tan bien sabían fingir de burlas.
Todo parecía nuevo en el teatro. La orquesta era de ángeles: hasta la araña del centro daba más luz. En aquel entusiasmo tomaba no poca parte el patriotismo satisfecho. La tiple era española, la López, sólo que ahora se anunciaba con el apellido de su esposo el tenor Franchetti; un gran artista que, casándose con ella, la había hecho ascender a la categoría de estrella. ¡Vaya una mujer!
Cuando la Opera italiana, á poco más tuvo un desafío por haber traducido mal el nombre de un tenor; cierto envidioso publicó inmediatamente un artículo tratándole de ignorante, á él, ¡la primera cabeza pensante de Filipinas! ¡Lo que le costó defenderse! lo menos tuvo que escribir diez y siete artículos y consultar quince diccionarios.
Fernando era para ella ese ideal abstracto que se forja toda mujer al sentirse enamorada por primera vez: el hombre modelo, conjunto de gracia y de fuerza, de sentimentalismo y energía, capaz de enternecerse ante una flor y de pelear como una fiera; ese personaje, en fin, mezcla de tenor amoroso y de paladín membrudo, creado por las novelas, que nunca se ve en la realidad y que turba los sueños de las vírgenes.
«Todo metal es mineral, el oro es metal, luego es mineral.» «Ningun animal es insensible, los peces son animales, luego no son insensibles.» «Pedro es culpable, este hombre es Pedro, luego este hombre es culpable.» «Esta onza de oro no tiene el debido peso, esta onza es la que Juan me ha dado, luego la onza que Juan me ha dado no tiene el debido peso.» Estos ejemplos y otros por el mismo tenor, son los que suelen encontrarse en las obras de lógica que dan reglas para los silogismos; y yo no alcanzo qué utilidad pueden traer al discurso de los alumnos.
Dormía todas las noches y comía fijamente tres días a la semana. ¡La vida era fácil! Con un espíritu tan contentadizo, Santaló era digno de haber triunfado. Tenía del dinero una idea demasiado hiperbólica. Poseyó un sombrero azul pálido que era una sima de arbitrariedad junto a los hongos ramplones y los frégolis de tenor cómico. Yo le había tomado cariño.
Palabra del Dia
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