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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Para solo, pues, relampaguean los rayos de sus ojos y braman las tempestades de su pecho... Está rodeada de misterios encantadores, y las imposibilidades que la cercan y guardan como cárceles inaccesibles más estimulan mi amor... Separados nos oscurecemos; pero juntos llenamos todo lo creado con las deslumbradoras claridades de nuestro pensamiento.

No se engañó don Simón, en cuanto al efecto que se prometía, en su mujer a lo menos, de este argumento; pues doña Juana, como si le hubiera recibido en medio de la nuca, descompuesta y febril, comenzó a fulminar tempestades sobre su hija, porque, con sus locos amores, quería desautorizar a su familia ante la ilustre clase a que ya se daba por perteneciente.

Después de las tempestades y embates de la vida nos ha sido concedida una tranquilidad plácida y dichosa.

que domina las humanas flaquezas, y como un águila sube y sube más arriba de donde estallan las tempestades. DON URBANO. Preguntado por acerca de sus esperanzas de retener a Electra, ha respondido sencillamente, con más serenidad que jactancia: «Confío en DiosEVARISTA. ¡Qué grandeza de alma! ¿Y sabía que el Marqués y Máximo son los testamentarios...? DON URBANO. Sabía más.

De suerte que Reid estuvo muy exacto dando á su libro el pomposo título: De la ley de las tempestades. Era la ley de su movimiento, no la explicación de su causa: no indicaba con esto lo que las produce y lo que son en . Luego, reaparece la Francia. Hace cien años que Beccaria había sospechado lo mismo.

Tan cuerdo como severo, logró restaurarlo en breves dias. Sus palabras, dulces para unos, para otros amargas, producian todas el mismo efecto: no parecian sino hálitos de esas templadas brisas que vienen á serenar el cielo despues de las tempestades de verano.

Como que de allí ha salido todo... dijo una voz que se esforzaba en ser autorizada y convincente a pesar de ser la voz de un salvaje. ¿Qué ha salido de allí? Los polvos. ¡Los polvos! El que esto aseguraba era un hombrón, un animal de esos que aparecen en las tempestades populares, sin que se sepa bien quien los trajo, y en todas ellas dejan señal sangrienta de su paso.

A la salida de los callejones en que se abisman las tempestades, hay pendientes tan barridas por su áspero aliento, que árboles y arbustos se detienen ante él, como se pararían ante una muralla de hielo. En otras partes varía la vegetación según lo escarpado de las fragosidades.

En el piso y los corredores habitaban entonces mi familia, los criados y los huéspedes. ¡He aquí la casita que por espacio de tanto tiempo nos cobijó bajo su sombría techumbre! ¡He aquí la morada de paz, la Jerusalén, como mi madre la llamaba! ¡He aquí el humilde y caliente nido que por tantos años nos preservó del frío, del hambre, de las lluvias y de las tormentosas tempestades del mundo!... Nido del que la muerte fue arrebatando, primero a mi padre, a mi madre después, y del cual se han alejado también los hijos, cada uno por su lado, los unos a un sitio, los otros a otro... algunos, a la eternidad.

Era harto incisivo y mordaz Su Excelencia; y por eso sus flagelantes alusiones al enemigo mortal fueron recibidas con coros de carcajadas y con tempestades de aplausos. Pero estaba allí el general Ponce de Lerma, conde de Peñas Pardas, y no podía dejar sin réplica las declaraciones del ministro, aunque con las salvedades a que le obligaban el motivo y la ocasión del acto de Su Excelencia.

Palabra del Dia

bagani

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