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Actualizado: 14 de junio de 2025


El Doctrino decía á Coletilla: Mucho me temo que eso no salga bien: yo cuento con gente decidida; pero el golpe es demasiado terrible, amigo don Elías, y temo que se alborote la opinión pública. Si ya la opinión pública se ha presentado contra ellos; si les señala con execración observó Elías con mucha vehemencia.

El deshonor, la muerte, todo lo creo preferible á la miseria... Yo, que no temo los peligros, me siento cobarde al pensar en la pobreza. Moría la madre, crédula y sensual, fatigada de esperar una fortuna sólida que no llegaba nunca.

Positivamente yo no quién es este señor, pero me guardo muy bien de decirlo así, porque temo entristecerlo. Tengo una idea le contesto . Su cara de usted no me es desconocida... Fíjese usted bien... Me fijo bien. ¿No ha visto usted nunca caras parecidas a la mía?

Después de oírla en un largo silencio, Laura, disimulando lo trémulo de su voz, respondió pausadamente: Sólo buenas condiciones le conozco a Vázquez... Pienso que serás feliz con él, si le quieres... Lo que me temo, y estoy en el deber de no ocultártelo, es que no le quieras suficientemente... No debes casarte sino enamorada, ¡completamente enamorada!... Todavía eres demasiado niña e impresionable.

Con dicha esperanza escribo esta carta, y confío en que no me comprometerá usted abusando de ella; mas aunque desconfiase, de nada tendría miedo. Podría usted causarme el mayor daño y me sería menos insufrible que su empeño de reanudar relaciones. Rotas están para siempre y nada temo por . Temo por usted y le aconsejo que se vaya cuanto antes a Europa.

Y yo pensé que, para decirme lo que me había dicho, mi amigo hubiera podido arreglarse perfectamente con una fruta del país, como, por ejemplo, la naranja, que es bastante jugosa y que se encuentra al alcance de las fortunas más modestas. Estamos ante problemas demasiado graves, y yo temo que nuestros cerebros, ociosos durante muchísimos años, no puedan ahora funcionar con la exactitud necesaria.

Hay todavía en un desborde de vida, del que he podido tomar mi parte, pero al fin, estoy saciado... Saciado hasta el extremo. Sentíame como sumergido en el fango... En una palabra, ansío un ideal elevado y aun austero, y lo encuentro en el sentimiento que experimento por vos; y este sentimiento, que es el amor, mucho me lo temo, es también una religión.

Lo temo, Cornelio; y será prudente alejarse cuanto antes de estos sitios. Pues busquemos la chalupa. Vamos a ver. Empiezo a estar inquieto. ¿Temes que la hayan descubierto? , Cornelio. Sería un gran desastre para nosotros. , sobrino mío. Allí veo el teck que ha de servirnos de guía: la chalupa tiene que estar a pocos pasos de ese árbol enorme.

Son las once de la noche. En el momento de ponerme á escribir el noveno artículo para La América, nos traen una noticia. No cómo anunciarla á mis lectores. Temo lastimar su corazon, como lo está el de mi mujer y el mio. Luisa ha muerto. Sin duda la sorpresa que la produjo el ver á su hermana, la causó un derrame cerebral, que devoró su vida en pocos instantes. ¡Pobre mujer!

por cierto; bien merece Quevedo, por sabio y por ingenioso, que se merezca su ayuda. ¿Conocéis también á ese hombre? por cierto, y porque le debo muy buenos consejos, creo que vos podréis debérselos también, si conseguís que os trate con la buena amistad que á me trata. Ese hombre es tenebroso. Para los que no tienen ojos para mirarle. Le temo.

Palabra del Dia

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