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Actualizado: 24 de junio de 2025


Cayó al cabildo por entrega de las huertas el horno de S. Laurencio e al obispo la heredat de Carchena, al cabildo el cortijo de Diezmariza e el cortijo de Miguel Zorita, los que fueron de Alfon Tellez.

Vos tenéis la culpa de lo que está sucediendo desde hace cuatro días: vos, torpe y miserable, vendido á todos, volviéndose á todos los vientos... vos, por quien ha venido á Madrid ese hombre fatal. ¿Qué hombre? Don Juan Téllez Girón. Pero yo no tengo la culpa; me le envió mi hermano Pedro... ¿Y por qué no le admitísteis en vuestra casa?... ¿En mi casa?...

Pues bien: el acusado es Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor del rey, por instigación de don Francisco de Quevedo y Villegas y de don Juan Téllez Girón. Pero eso no es verdad dijo doña Ana que estaba detrás del duque. Callad, señora, callad dijo Lerma . ¿Conque el acusado de ese asesinato es el cocinero de su majestad? , señor. ¿Y sus cómplices Quevedo y Girón? , señor.

Además, el hombre que se había creído amado por la reina, don Juan Téllez Girón, el hombre por quien acaso la reina se interesaba, el que se había casado con doña Clara Soldevilla para cubrir acaso á Margarita de Austria; el recuerdo de aquel hombre, roía el alma del padre Aliaga. Porque el padre Aliaga, desesperado y loco, estaba celoso.

Las dos señoras almorzaron juntas en casa de la Sabadell, entregó esta a su amiga algunos papeles importantes que la Villasis quería tener a mano, por si en su conferencia con Jacobo le fueran necesarios, y marcharon después ambas a Guichon, pequeña aldehuela situada entre Bayona y Biarritz, donde los jesuitas expulsados de España por la Revolución habían abierto el colegio en que Alfonsito Téllez se educaba.

Ya bien entrado el día creyó que era un deber suyo dar parte á su padre de lo que le acontecía, y tomó la pluma para escribir una larga carta. Pero una vez puesta á ello sólo pudo escribir lo siguiente: «Padre de mi alma: Mi lealtad y la reina me han obligado á casarme; pero al casarme no he hecho un sacrificio. Soy feliz. Mi marido se llama don Juan Téllez Girón.

Sigamos, sigamos dijo el confesor del rey con voz ronca . Le casé, y al pedirle su nombre, me dijo: don Juan Téllez Girón. Como que lo sabía... como que abrió el cofre y dentro encontró papeles, y una carta del duque de Osuna, en la que le llamaba su hijo, y un tesoro en joyas y en buenos doblones de oro, que es lo que queda únicamente en el cofre, porque los papeles y las joyas se las llevó.

Después, prosiguió: «Los causantes han sido, don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, y don Juan Téllez Girón, homicidas, al menos por intento, de don Rodrigo Calderón.

Dorotea sufre; Dorotea es infeliz. Se han valido de ella como de un instrumento, la han despedazado el alma... ama á un hombre y le roban ese hombre. ¿Y qué hombre es ese? Don Juan Téllez Girón. ¡Siempre ese hombre! exclamó con desesperación el duque. Sin embargo dijo el tío Manolillo , á ese hombre debes el empezar á ser algo. ¡Cómo! , ciertamente.

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