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¿Es guapa? preguntó el muchacho con avidez. Guapísima repuso Caragòl . ¡Y unos olores!... ¡y un ruido de ropas finas!... Telémaco se estremeció con una sensación contradictoria de orgullo y de envidia. Admiró á su padre una vez más, pero esta admiración sólo duró breves instantes. Una nueva idea se apoderó de él, mientras el cocinero seguía hablando. No vendrá por ahora.

Fuera o no esto cierto, éralo, sin embargo, que el respetable Butrón había aparecido de repente, cubriendo a Jacobo con el manto protector de su confianza; que Currita habíale proporcionado la desinteresada amistad de su caro esposo Fernandito, y que así, en aquellos ocultos rincones de los boudoirs como en las amplias aceras de las plazas públicas, designábanse a los tres personajes con los nombres de el joven Telémaco, el prudente Mentor y la invulnerable Calipso, murmurándose al mismo tiempo que Jacobo estaba arruinado, que el partido restaurador garantía su porvenir asegurándole una cartera en pago de sus servicios, y Currita atendía a su presente con una esplendidez que amenazaba dar al traste con la hasta entonces bien cimentada fortuna de la opulenta casa de Villamelón.

Para evitar estos inconvenientes aconsejan que estas peregrinaciones se hagan hasta los quince años, con un buen Maestro que dirija al joven viandante, como lo hacia MENTOR con TELEMACO. A la verdad esta especie de viage en edad tan tierna podrá servir para instruirse en las lenguas, en lo demas nada. I. capítulo 25.

En cuanto a , debo confesar, aunque me cueste trabajo, que no conozco del idioma de Víctor Hugo más que un trozo del Telémaco, que aprendí cuando empecé a estudiarlo, y algunas frases de la gramática: «¿Ha visto usted el queso de mi hermana? No, señor; he visto el trinchante del cocinero. ¿Tiene usted el libro de la doncella? No, señor; tengo los calzoncillos del notario», etc.

Es un elixir exquisito, en cuya composición entran el nepenthes que dio Elena a Telémaco para disipar su melancolía; la flor del cáñamo de la India; el soma o licor divino de los antiguos brahmanes; el hongo de Siberia que infunde furor bélico, y el zumo de las mandrágoras, con que Lía amó y deseó con mayor vehemencia a Jacob y se hizo de él amada y deseada.

Salió del buque con lúgubre mutismo, como si le llevasen á sufrir tormentos mortales. Luego canturreó sordamente, lo que era en él indicio de honda preocupación. No pudo asistir el joven Telémaco á la entrevista, pero rondó por las inmediaciones de la puerta cerrada, alcanzando á oír algunas palabras en voz más fuerte que se deslizaron por las rendijas.

Si la imaginación humana fuese tan viva y creadora en nuestros días como lo fue en la antigua Grecia, yo me daría a sospechar que la diosa Minerva, así como acompañó y guió a Telémaco en sus peregrinaciones, tomando la figura de Mentor, así os acompaña y guía al presente bajo la figura de un garzón barbilindo, disfraz más adecuado, en mi sentir, que el de un vejestorio barbudo.

El pequeño Telémaco pudo entretenerse rompiendo las viejas coronas del trovador, arrancando estampas á los volúmenes, con la inconsciencia de un niño fogoso que tiene á su padre muy lejos y vive sometido á dos señoras que le adoran. Además, el poeta dejó á su ahijado una casa vieja en Valencia, varias tierras y cierta cantidad en valores cotizables. Total: treinta mil duros.