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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
A lo lejos se ve entonces á Moisés, en la cima de una montaña, teniendo en una mano las tablas de la ley; baja de ella, para presentarlas al pueblo, haciendo pedazos, al observar lo que ha sucedido en su ausencia, y lleno de justa cólera, una de las tablas, acometiendo con Josué y Aarón á la turba idólatra, y dando muerte á los principales de ella.
Tablas puso cara afligida. Deseaba excitar en favor suyo la compasión de la multitud y pasar por una víctima de las malas artes de cierta gente. Pero en su rudeza no acertaba a ingerir la idea política en aquella serie de locos desatinos.
Iba acompañado del conde de Negri, y esto le hizo comprender que el valiente vizcaíno, resistente hasta entonces a los halagos de la gente mojigata, se había dejado seducir al fin. Se saludaron y siguió adelante. Abriole la puerta Tablas.
Pues al ver lo que se arriman y se presumen... Las gaviotas... Mire usted esa nube de ellas escarbando con las alas en el mar: allí hay un banco de sardinas... Lo que usted quiere dijo Nieves pasando su mirada firme de los delfines y de las gaviotas a Leto , es distraerme a mí del punto que estábamos tratando; pero no le vale... ¡Las tres tablas, Leto!
Tablas y la señora Nazaria están, según parece, en muy buena posición. El fenómeno no dijo nada, y siguió subiendo. Parecía subir con un solo pie. Al llegar arriba detúvose para tomar aliento. Sin duda no respiraba más que con un pulmón. ¿Se ha cansado usted, caballero? No tal... piso tercero.
Es indudable, á mi ver, que si los citados tres arcángeles fuesen tres princesas ó reinas, más ó menos morganáticas, seguirían saliendo á las tablas con beneplácito y satisfacción de sus principes ó reyes.
El cuarto aquel era curioso. La cama se ostentaba lo más horizontal que le era posible sobre dos banquillos, cuyas tablas sostenían un jergón de tan tortuosa superficie, que el durmiente rodaba en él de cima en cima antes de poder conciliar el sueño.
Su graduación de capitán dejaba pensativos a muchos extranjeros conocedores exactos de todo lo que ocurre en el mundo. «¡Ah, España!... País decaído, que no paga a sus nobles soldados y obliga a los «hidalgos» a exhibir las hijas en las tablas...»
En el fondo no es mala: me ha hecho una cucarda para el sombrero. Lo que ha hecho ha sido burlarse de usted dándole, en lugar de una cucarda, una escarola tamaña plato. ¿Conque no es mala en el fondo, dice usted, la que dejó morir a su padre, que tanto la quería, solo, pobre, olvidado, mientras que ella se estaba haciendo gorgoritos en las tablas? Pero Rosita, si no sabía la gravedad...
No fué esta aplaudida comedianta de Sevilla la única que dió fin á su carrera de tal modo: que algunas más que ella, después de lucir en las tablas sus gracias y donaires y después de pasar lo mejor de la vida, alegre y regocijadamente, se retiraron á descansar al convento, donde dieron grandes muestras de virtudes. Porque ya se sabe: el diablo harto de carne, etcétera, etcétera....
Palabra del Dia
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