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Cuando, a pesar de su deplorable situación, a Serafina, que le cuida, la mira con ojos encandilados y lo ve doña Inés, esta le dice: ¿Es posible, Alvarito, que no te abandone el demonio que te posee? ¡El vicio, que huye de todo tu cuerpo, se te mete en la cabeza y no te deja! ¡Da asco y vergüenza! ¡Ta, ta, ta, ta, ta! contesta don Alvaro.

Relajada en la manda de Ciento y Cinq.ta libras de reddito de Censso, que Honofre Aguilo de Pedro, su marido, mandó a su favor de los de su cabrío, según parece de su testamento en cuya disposición murió otorgado por ante Juan Servera notario en 19 de mayo de 1686 publicado por su muerte en 24 de Abril de 1688; Habiéndose dudado a que fuero havían de Ceder los herederos Propietarios las dhas.

Lit. de J. Donen, Madrid. IGLESIA DE S.ta MARINA. Iglesias, conventos y capillas.

Ta, ta, ta exclamó Juan Bou, radiante, al considerar el triunfo que a su oratoria se preparaba . ¿Conque célebre y todo..., es decir, hombre grande? ¡Valiente papamoscas! ¿Y qué entiendes por celebridad? La de los guerreros y capitanes, la de esos bobos que llaman poetas, escritorzuelos... Los unos son los verdugos de la humanidad: no han hecho más que matar gente.

Ciento y Cinq.ta libras de reddito de Censo fue avisado en junta de hazienda de 29 de Noviembre de 1691 al que dho. Censo se havía de contar al fuero de Cinco libras y diez sueldos por ciento; y que el Receptor se estuviesse en su poder, el propio de dho.

¡Ta, ta, ta!... ¿Y a usted quién le mete en esto, D. Andrés?... Soy su padre y hago lo que quiero. ¡Vergüenza debía darle ensañarse así con una pobre chica! Pues si no le gusta, D. Andrés, tómelo en dos veces. En mi casa mando yo. Váyase a la suya si no quiere verlo. Ahora mismo dijo; y echándole una mirada iracunda y despreciativa, salió furioso del molino.

»Inmediatamente se hizo el juramento de defender N.ª S.ta Fée Católica y lo anexo á él por el Ill.mo Sr.

¡Ta, ta, ta! dijo con el aplomo más admirable Cristóbal Cuero; ¡que vuestra mujer, que esta santa os ha robado! ¡lo que ha hecho es lo que no hubiera hecho ninguna mujer! Créolo bien, porque ninguna mujer hubiera cometido contra tan negra infamia. ¿Llamáis infamia poner á salvo vuestro dinero? ¡Cómo! ¡que mi dinero está en salvo! ¿y dónde? Casa del señor Gabriel Cornejo.

Se cuenta en el lugar casi no queremos creerlo que cuando está don Alvaro muy mal y siente físicamente muchos dolores arma tan incesante y fatigosa retahíla de «ta, ta, ta», que aburre a todo el mundo, alborota la casa y hace que doña Inés pierda la circunspección y la paciencia que ella suele recomendar, llegando una o dos veces hasta decir a su marido: Cállate, hombre indigno, y padece por el amor de Dios, que no sin justo motivo te castiga.

estás tonto y hablas más de la cuenta. Yo sólo te diré que no te desesperes. Ta enfermedad puede curarse todavía. Con cuatro tiros.... ¡Rábanos! no sufrirá que sea por la espalda. No serán por ninguna parte. Estás enfermo y exaltado. Yo te juro que se harán esfuerzos grandes por salvarte. ¿Y quién me salvará, ? ¿? dijo Garrote con desprecio. Podrá ser. No he venido a otra cosa.