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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Octavio, en efecto, pone en práctica su plan, pero traidoramente, puesto que, enamorado también de la Infanta, la entrega á sus criados para que la encierren en un castillo suyo, dándole tiempo para atraer al Príncipe á un paraje solitario y darle muerte.
798 "Si ensartaba algún asao ¡pobre! ¡Como si lo viese!, Poco antes de que estuviese primero lo maldecía, luego después lo escupía para que naides comiese." 799 "Quien le quitó esa costumbre de escupir el asador fue un mulato resertor que andaba de amigo suyo: un diablo muy peliador que le llamaban Barullo."
Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador. Y porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la naturaleza humana sino entonces, y esto era porque comíamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo.
En tan largo lapso de tiempo, Valeria estuvo muchas veces a punto de renunciar a su tremendo sacrificio: en más de una ocasión le faltó poco para volver a la aldea, exigir que le devolviesen los niños y escudriñarles el cuerpo para distinguirlos, hasta recobrar la certeza de cuál era el ajeno y cuál el suyo. Su vida fue un martirio insoportable; mas lo padeció sin arrepentirse de lo hecho.
Pepita, fiando siempre en su gracioso desenfado, rayano del cinismo. Joaquinita perseguía a uno de los antequeranos con incansable brío, con una firme voluntad de hacerle suyo, digna, en verdad, de admiración.
He visto nacer al conde Manfredo; entonces ya servia a su padre, al que se parece muy poco. Lo mismo puede decirse de muchos hijos; ?pero en que se diferenciaba del suyo el conde Segismundo? No hablo de las facciones, pero si del corazon y del genero de vida.
Era más grande que el suyo; el techo más alto, y sobre todo, en vez del tragaluz redondo, tenía ventana, una verdadera ventana como las de las construcciones terrestres. Saltó sobre el diván para sentarse en el alféizar de ella, sacando parte de su cuerpo fuera del buque.
Es de advertir que como todos los días no tiene Su Majestad Imperial proporción de ver un vasallo suyo, porque andan para él los vasallos por las nubes, decidiose lo que era natural y estaba en el orden de las cosas; y fue, que así como un pueblo de vasallos suele solemnizar la entrada de un rey, así pareció justo que un pueblo de reyes solemnizase la entrada de un vasallo.
La baronesa Fulana iba con el suyo en carruaje, mientras el marido guiaba afanoso los caballos.» No quedaba dama en la corte a quien no le arrancara una tirita de pellejo. No perdonaba siquiera a su esposa.
Don Tadeo le tomó mucho cariño: ¡eso sí! No le hubiese tratado mejor aunque fuera hijo suyo. Lo único que me supo mal, fue lo de hacerle cura; pero no pude evitarlo. Si al menos fuera un cura como Muñoz Torrero o Venegas, o Martín Velasco... Calle Vd., por Dios, don José. ¿Curas liberales? ¡Son los peores!
Palabra del Dia
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